9 oct 2008
PARTE I : MOMO SAMPLER
La aparición en las bateas de Momo Sampler fue la excusa para sentarse a charlar durante cuatro horas, de nuevo (¡¡de nuevo!!) con el Indio, Skay y Poly. Tanta fue la onda que nos cedieron unas cuantas fotos exclusivas de la grabación del disco y algunas de viejos shows. Lo que sigue en estas páginas es sólo el comienzo. Habrá más.
MOMO SAMPLER - LUZBOLA vs NEW YORK - EL ESCAPULARIO - DE GIRA POR GUATEZUELA II-
CARNE POLÍTICA - TOCAR, TOCAR - ACÁ Y ALLÁ.
Periodista, nunca serás un artista
Bueno, hablemos del disco...
INDIO: Sí, lástima que últimamente los reportajes que estamos dando...
¿Por qué lo decís?
INDIO: Sale cada cosa... Más allá del elogio del reportaje de ustedes de la vez pasada, supongo que el espacio que tiene la revista permite que la fotografía salga un poquito menos deforme que cuando te sacan en un diario. El otro día, casualmente, hablaba con los chicos de otra revista que el método que usamos y que uno lo llama música de edición, no es que esté copiado de lo que hacen los periodistas, porque se usa en cine y todo, pero es el mismo. Es decir, vos cuando venís acá a tomar un reportaje, tomás muestras que son las preguntas que hacés. Y, de acuerdo al sentido que le des, es el monstruo que se arma al final. Es lo mismo que cuando uno toma muestras de Buddy Miles, de Chet Baker, después le cambia los armónicos que hay alrededor, los saca, los edita, pone cosas adelante, y de acuerdo al sentido que le querés dar es la música que te queda.
Un reportaje es lo mismo: si vos iluminás a un tipo que lo está esperando un hombre- que parece que fuera un guardaespaldas- y después, renglón seguido, la otra pintura es que hay un loco que anda con una escopeta, rodeado de perros ovejeros, y que se la pasa en los shoppings... es un monstruo riquísimo, pero lo tendría que hacer un artista, y no un periodista. Porque los artistas partimos de la ficción. Entonces, está claro que el monstruo que uno hace se intenta diferenciar de las muestras. Nosotros, cuando tomamos muestras, las trasponemos de tonalidad, les cambiamos el nudo melódico, desarmamos el sonido. Es lógico, partís de una visión o de un sonido previo para generar un monstruo cuyo objetivo es que sea diferente.
En cambio, acá hay un criterio de verdad, que parece ser que el monstruo que queda al final sos vos y en el que muy pocas veces en un diario uno se reconoce. En las revistas es más fácil porque se toman más fotografías. Un sampler es una especie de fotografía de un sonido que metés en un ordenador. Y esto es lo mismo. Todas las preguntas que puedas poner, aunque vos digas una tontera en algún momento, la tontera forma parte de la amabilidad. Cuando decís que vas a un shopping estás tratando de avisar, con cordialidad, que no vivís en una nube de pedos. Que vos hacés lo mismo. Pero yo voy una vez al año al shopping. Cuando voy a Nueva York aprovecho para comprarme ropa, porque no me gusta mucho lo que me pasa cuando voy acá. Pero ahí parece que uno fuera del shopping a la escopeta, y de la escopeta al guardaespaldas.
Momo sampler
¿Qué muestras hay en Momo Sampler?
INDIO: Ya ni me acuerdo. En realidad, cuando uno empieza a tomar muestras está pendiente de la tracción de sonido. Entonces podés tomar muestras de una paleta inmensa porque hoy se utiliza mucho el sampler para obtener muestras reconocibles. Inclusive, aunque no se reconozca la melodía, se ponen modas, por ejemplo, del soul barato, de la bossa nova... y te da un carácter que empieza a parecerse. La idea es utilizar la herramienta. La primera diferencia que tenés es de dónde tomás muestras. Si abrevás del mismo lugar que todo el mundo por la moda o por el momento, o tomás de cualquier otro lado. Y después está el trabajo que hacés. Yo repito siempre que es como un collage o una técnica mixta. No es lo mismo recortar todo ese dibujo que está ahí (señala un cuadro de Rocambole) y pegarlo, a sacarle un ojo, cambiarle el color, ponerle un anteojito, ponerle otra cara... El objetivo es que aunque tomes muestras, te olvides en el momento. Porque terminas probando fracciones, cambiando el nudo melódico, entrando en la intimidad del sonido. De lo que me acuerdo,, hay un viejo disco de Buddy Miles del que tomamos algo. De cualquier manera, el juego de emulaciones que jugamos acá es permanente. Porque más allá del espejo conceptual que uno quiere hacer con respecto a lo que está pasando, al travestismo político social, a la gente soportando decorados que ya no soportan más. Por miedo a la situación social, a quedarse sin laburo, todo el mundo termina, aunque renegando, soportando los discursos insistentes. Pero más allá de eso, lo que hicimos es la venganza del músico. Es decir, una vez que compusimos el monstruo, los músicos copiaron, se volvieron a tocar todas las baterías. Es como que los músicos tomaron muestras de las muestras. Entonces, era jugar con el concepto del carnaval de la emulación, que es como un falso impostor en acción.
No queda claro todavía quién grabó el disco. ¿Tocaron los músicos?
INDIO: En realidad, el álbum está hecho con Skay y el equipo Luzbola: Eduardo, que es el ingeniero y Hernán, que trabajó mucho porque es el más diestro con respecto a la parte midi. Yo manejo las máquinas pero con cierto rubatto y cuando estás queriendo pintar necesitás la destreza y también las opiniones. Supongo que se parece un poco a la dirección de una película, que hay un director de fotografía que te dice” ‘ mirá, la luz que vos querés no da’, suspendemos”, “seguimos”... Y después, intentamos grabar con los músicos. Me acuerdo de que en un reportaje que me hicieron en Cerdos & Peces hace muchos años, que en una parte se refería a la aventura espacial, y yo decía que uno pone un hombre en este arañar acá nomás que hacemos con combustibles sólidos y otras cosas del pasado (se sonríe) para viajar al espacio, y que un cabeza cuadrada, un astronauta pesa 75 u 80 kilos. Entonces si vos mandás un super comandante electrónico de 70 kilos que es resistente a los rayos y a todo lo que pasa, es mucho más cómodo y sirve más que pagar un boludo con electrodos a ver qué le pasa. Y esto es lo mismo. Las técnicas trabajan a imagen y semejanza de lo que generan. También ponía como ejemplo que cuando estás trasponiendo sonidos, subís un par de octavas, o modificás el sonido, y lo que le pasa a los armónicos que están alrededor... La muestra está tocada por unos músicos que en esa altura tonal, en esa tesitura, en ese momento armónico, está bien. Pero cuando empezás a trasladarlo de tonalidad, hay un montón de armónicos parásitos que en la toma original no se notan, que se modifican, y hay que cantar encima. Por eso, generalmente, lo que hacíamos era poner rápidamente alguna rítmica, alguna acústica, para que la canción crezca. Lo que tiene la música de edición es esta cosa (chasquea los dedos) impresionante que no pasa cuando estás trabajando con sonidos naturales: tenés que poner el equipo y entrar a correrlo en distintos lugares para ver donde rinde más, y cuando te querés acordar estás toda una tarde ahí para recién empezar. Y encima en una búsqueda de encontrarle un rango al sonido del bajo, y cuando queres tener subloads ya tenés que entrar a ver de qué manera lograr que el baja esté en esa franja, para que no se mezcle y los armónicos compitan, los armónicos de los graves de la guitarra, o de los sonidos que elegiste. Y encima, cuando había una intención de que el horizonte de guitarras le diera el carácter humano que tiene este disco, que yo lo siento, a pesar de que usamos mucha más tecnología, y de qué prácticamente los músicos no participaron a no ser por un solo de saxo y un calefonazo en Pool, Averna y Papusa.
SKAY: Hay algunos bajos más, que tocó Semilla y quedaron...
¿Y el acordeón?
INDIO: Eso lo toqué yo con una chapa. Lo que pasa es que hay mucho laburo con el equipo de emulación. También son chapas los arreglos de cuerdas, por ejemplo el de la Virgencita, más allá de que hay un cello que tocó Dimitri Rodnoi. Lo que pasa es que los hicimos emulando cada sonido independiente, siempre planteándonos cómo funciona realmente un cuarteto de cuerdas. El laburo que hemos hecho acá es para que al menos la impresión básica no moleste como de artificio.
Esta idea de la emulación relacionada con el sampler y a la vez con el Momo, ¿cerró después de grabar o existía desde antes?
INDIO: Siempre es muy difícil explicar como nacen las cosas, porque nacen, primero, de una manera que tiene que ver con toda la musicalidad que tiene Skay y que tengo yo. Todavía, ahí, no hay ningún concepto ni ninguna letra, ni una mierda. Hablo de este caso, porque ahora tenemos pensado volver a zapar, hace tres álbumes que estamos componiendo por separado y después nos juntamos. Originalmente él está tocando la viola, y grabando partes de violas y momentos musicales. Por otro lado, yo estoy generando estructuras de canciones con samplers, me hacía cargar muestras en los pad de un sampler cualquiera y con eso componía la estructura, los sonidos que me interesaban. Ese es el momento de mayor disfrute. Creo que salió en algún reportaje que yo decía que es cuando estás componiendo, “solo”. Ahí había una intención, en el reportaje. Y, después sí, esa es una especie de marea que tenemos alrededor de los dos, que es independiente. Hay canciones que empiezan con una idea de Skay, pero del paquete más grande yo genero la melodía cantada y las letras, las texturas y las armonías del tipo de melancolía... o del tipo de oscuridad (risas)...
¡Qué palabra!, ¿no?
INDIO: ¡Cómo estamos! (risas). Primero hago las melodías, y después recién las letras. Por eso digo que tampoco disfruto... Disfruto cuando escribo en un cuaderno, bartoleando. Pero cuando tenés que ponerte a hacer línea por línea y que coincida la cadencia y la musicalidad y todo eso, es un puto laburo. No hay mucho placer eso. El placer está después, si te gusta cómo quedó. Pero mientras tanto, es remar. Entonces, ni bien aparecen las canciones, tanto en el caso de las que van quedando como las que más nos gustan, yo le paso un montón de ideas a Skay, él selecciona las que le gustan y también las que tienen que ver con cosas en las que él ya tiene dominio para hacer las codas, para hacer los intermezzos.
SKAY: Tiene que ver con las cosas más estimulantes y también las que son más diferentes unas de otras. De todo el paquete de ideas que él me da, por ahí hay muchos temas que tienen el mismo clima, la misma intención. Entonces, tratás de diferenciar un poco, elegís los climas más distintos. Y después empieza todo el otro laburo. Yo escucho las ideas del Indio un par de veces, las saco, y no escucho más el sonido, empiezo a jugar con lo que me van sugiriendo. Y no hay sonido, no hay nada. Después empieza la otra confrontación cuando, para mí el tema se disparó para un lado y empezamos a conversar, a ver qué cosas entran a tener un sentido...
INDIO: Porque se sigue modificando todo. Y a partir de ahí ya empieza el laburo. A partir de ahí ya hay una demo. Previo a grabar, nos reunimos en el mismo estudio nosotros dos, sin los técnicos, con las grabadoras digitales, a hacer las demos. Y una vez que ya se armó, a partir de ahí es entrar a mejorar la calidad. Yo siempre doy un ejemplo que es pintar: primero arrancás haciendo un bosquejo con una carbonilla, que todavía es una especie de visión primordial. Pero cuando ves el cuadro terminado, entre el bosquejo original y el final, hay personajes que los tapaste todos porque no prosperaron y pusiste otros... Esto es lo mismo: arrancás y generás una estructura que es el primer boceto, que en nuestro caso ya tiene las tensiones, los claroscuros ya están determinados.
Y en los últimos casos más porque generalmente la mayoría de los samplers que hemos tomado y el trabajo ese quedan también. Y después, para definir, empieza el trabajo más fino. Ahí en general ya vienen el ingeniero y Hernán a trabajar. Habitualmente no se desechan muchos temas. De hecho, los temas que habíamos decidido se cayó uno solo, pero por otros problemas. Ese es uno de los motivos por los que estamos pensando en fortalecer Luzbola con mejores procesadores, porque empezás a disfrutar de la libertad del tiempo. Cuando decidís ir a mezclar afuera se complica. Por ejemplo, cuando queres ir a mezclar a Nueva York, de movida, tenés que plantear: “Vamos cinco personas”. Y Nueva York es un lugar que está prendido todo el tiempo. No es que vos pasado mañana podés decir “Quiero cinco habitaciones en algún lado”, tenés que contratarlo con tiempo.
Con los estudios es lo mismo. Los estudios están todo el tiempo funcionando. Por un lado, en cuanto ya llegó el momento de arrancar para allá, porque nos teníamos que ir, acá todavía no estaba del todo terminado el laburo. Estaba todo terminado pero no estaba convincente, había cosas que todavía, si hubiéramos tenido quizá un par de semanas más, hubiera estado más claro el asunto. Y después, durante el laburo allá, pasa lo mismo. Porque vos calculás, a priori, en función del trabajo que estás haciendo en tu estudio, sin tomar en cuenta que el entorno de sonido te cambia totalmente; vas a otro estudio, tenés que volver a entender cómo es ese ambiente de sonido para no hacer cagadas. Eso lo controlamos mucho con Skay: nos compramos unos aparatos domésticos bien berretas, en el hotel, para ver cómo escucha la gente. Vos decidiste, así, arbitrariamente, que vas a mezclar dos o tres días por tema. Y te tomás tres días más, por las dudas si algún tema no te gustó, para remezclarlo. Pero, de pronto, pasa que el primer tema que llega a ese nuevo entorno, la primera mezcla, en general, no está a la altura del segundo o tercer día, que ya, al reconocer el sonido, empezás a saber cómo se labura bien en ese estudio.
Luzbola versus Nueva York
¿Para ustedes lo ideal sería mezclar acá?
SKAY: En principio, el plan para este disco, incluso antes de ir a mezclar afuera, era mezclar cosas acá...
INDIO: Claro, en Luzbola, y no tuvimos tiempo.
SKAY: Para poder tener, al menos, dos mezclas de cada tema, es lo ideal. Siempre hay cosas que te quedan y les podés sacar más el jugo. No nos dio el tiempo, pero queríamos mezclar acá antes de ir.
INDIO: Sobre todo porque había mezclas, llamémosle, crudas, de Luzbola que eran muy buenas. Porque es un estudio digital. Pasa que Luzbola empezó siendo, primero, un estudio para mí. Después vimos que era cómodo trabajar, para que no fuéramos a algún lado con el monitoreo de los pibes que, todo el tiempo, están viendo cuando entrás y cuando salís, y que te escarchan el lugar, todo. Como una especie de comodidad de ese tipo se amplió un poco. Entonces compramos una 02R, algunos procesadores, samplers y cosas así. La idea ahora, es ir por Protools y comprar buenos procesadores para no tener que compartir...Tenemos tres o cuatro procesadores más o menos buenos, y después otros más de segunda importancia para demear. Porque el problema, como decía antes, es que allá no te podés quedar cinco días más, porque viene otro número, ya está alquilado. Entonces La Tomatita, que era un tema que estaba bien, fue el primero que se mezcló, y no hubo tiempo de volver a hacerlo, y la mezcla no estaba a la altura del resto de lo que hicimos. En general, la mayoría de las bandas, cuando vos lees en las revistas de ustedes, lo que cuentan los músicos de otros lados y de acá, inclusive, es que mezclan mucho. Por ahí mezclan en distintos estudios, con distintos productores. Nosotros lo producimos nosotros pero queremos tener más opciones de mezcla. Una de las ideas base era mezclar todo en Luzbola, y después hacer otra mezcla allá. Pero no dio el tiempo, tampoco, para eso.
¿Cómo surgió lo del título, lo del Momo Sampler?
INDIO: En un momento aparece la idea. Me gustaba un poco por esto que pasaba en los reportajes, también, copiar el método de trabajo de la edición, que me parecía bueno para crear un monstruo, para que aparezca otra cosa y no lo que debe ser. Y, por otro lado, porque veía que con el carnaval, y esa cosa de travestismo, de farsa, de gente disfrazada de gente, de lo que no es, la única diferencia que había con lo que estaba pasando en la vida cotidiana de todos, era que el carnaval es un episodio cíclico, y que el carnaval que vivimos ahora es permanente, que no hay ninguna cuaresma, ningún ascetismo posterior, no pasa nada que modifique el estado de locura, de travestismo de disfraces, de máscaras, de antifaces donde, inclusive-y esto los excluye por libertad que tienen ustedes de trabajar en una cosa que no está circunscripta a la política- el bastión de la relación entre las personas, que es el periodismo, hoy también da pena, por los intereses de las corporaciones que están encima, de las líneas editoriales. O ves la televisión, que es el mediador que ha reemplazado al resto de los territorios de encuentro entre la gente, y ves los programas periodísticos y son de terror. Tiene que haber de todo, pero cuándo la fórmula del éxito es copiar, cuando Mariano Grondona utiliza la misma estética de Chiche Gelblung, estamos hasta las manos.
No estoy en contra, tiene que haber boludeo, tiene que haber de todo, porque la vida necesita de frivolidades. Pero cuando está todo el mundo atrás del éxito, de los intereses. Si el artista que va a tocar hoy no es del Grupo Clarín, es del otro, en el noticiero no aparece o le tiran algún mierdeo, y si es al revés, Natalia Oreiro es el peor número que hay en la Tierra. Entonces ya no hay ningún criterio de verdad funcionando ahí, sino que hay un montón de intereses que tienen como mascarón de proa un medio para que la línea editorial represente las conveniencias de la Fundación de la Corporación del capital que está atrás metida. Todo superorganismo está atomizado, somos distintas personas, y siempre hubo mediadores o territorios de encuentro. Y el territorio de encuentro que es el rock también está atomizado, porque está el punk-metal, el pendorchopop, el qué sé yo, hay como una atomización muy loca que si fuera un episodio cíclico está bien. Nosotros venimos de generaciones donde las marchas eran cosas de todos los días, pero había como un brillo en los ojos, la gente creía algo, aunque sea en una ideología. Y digo aunque sea en una ideología porque nosotros somos de mudar de dogmas permanentemente.
Cuando uno habla de la cultura rock, habla de un evento histórico donde, en el caso nuestro, no tuvimos ni tenemos una militancia por algún género en particular. Creo que en cada momento se hicieron cosas buenas y fue importante para la cultura. No somos mucho de una ideología, y convencer a todo el mundo y “vamos con esta bandera”, porque esas cosas cambian de acuerdo al momento histórico, al nodo en el que estás metido, a la encrucijada a la que te fuiste a parar. Lo que veo yo hoy es que los ojos de los piqueteros no son ojos vinculados con una creencia, sino con el desamparo. No ves un brillo que dice “vamos a tomar la Casa Blanca con maúseres”, una cosa del pasado, pero que por lo menos daba un brillo en los ojos. Hoy están ahí como diciendo “bueno, estamos haciendo este quilombo para ver si alguien, Dios, miranos, alguien...”
Sin líderes...
INDIO: Los líderes ni hablar, son una cosa media nefasta. Desgraciadamente, parece ser que el superorganismo necesita esa cosa de los líderes para que haya movilidad. Pero lo que hay que hacer es mudar de líderes rápidamente (se sonríe), porque ellos siempre viven situaciones privilegiadas, tanto para que los maten como para las componendas. Esto ni siquiera censura el rol del líder. Porque el pobre líder también es parte del superorganismo; es como el profeta, el tipo al que lo expulsan, lo tiran al desierto para que coma lombrices y después cuando viene y loquea, todo el mundo lo usa oracularmente. Un líder puede ser un miserable, o puede ser un inocente, un ingenuo, puede haber distintos tipos...
¿En algún momento de tu vida le creías a algún líder?
INDIO: A nosotros nos tocó un momento muy especial. Uno venía del escepticismo del beatnik y del existencialismo. Uno lo que hace es admirar gente. Ya pasó tanto tiempo que los recuerdos mienten un poco, como dice el poeta (risas). Pero me parece que la admiración es diferente. Yo estoy haciendo hincapié, sobre todo, en esa frase de Apuleyo que hay en el disco y que trata de eximir al artista del exceso en pro de su vida, porque me interesa la obra de su gente, no me interesa lo que le pasa al personaje. Entonces uno sabía que, de movida, cuando leía a los poetas malditos o a Burroughs, que no eran personas para admirar en su absolutidad (sic), que no eran modelos para seguir, probablemente, porque uno casi mata a la mujer en pedo. Norman Mailer, lo mismo. Personas que no son modelos virtuosos pero que tienen talentos y capacidades para determinada cosa, y que por eso vos los admirás. Pero eso no quiere decir que vos admires que el tipo sea un genio absolutamente.
SKAY: Además, la apuesta es que cada uno sea líder de su propia vida. Hay gente que uno puede admirar por determinado tipo de habilidad, pero tu vida es la tuya, y nadie tiene derecho, ni debería ni siquiera influir en tus decisiones.
También están hablando de lo que pasa con ustedes...
INDIO: Exacto. Hay una necesidad, en genera, de reducirte a una imagen, y por más que vos patalees y putees, llega un momento en que decís “lo único que importa acá es cómo soportar la presión, porque tengo el placer de hacer lo que quiero, cuando quiero...”. Ya te importa un queso tu imagen pública, porque sabes que hagas lo que hagas hay una necesidad de encasillarte de una manera determinada. Y una de las maneras es no estar permanentemente bajando línea. Nosotros cacareamos cuando ponemos un huevo: si vamos a sacar un álbum, vamos y cacareamos por promoción o lo que carajo fuera, para ampliar un poco lo que hay alrededor de la obra, pero después, durante el resto del tiempo no le quiero llenar la cabeza a nadie de lo que a mí me parece. En todo caso militaré en algún lado, pero desde un llano. Pero yo no tengo ninguna claridad especial como para estar mandándole viaje a nadie, y sobre todo a pibes que tienen, seguramente en sus nervios, más información del futuro de la que tengo yo. Yo estoy más para escucharlos en este momento, y ver qué pasa con la vida. Es una cosa que pasa indefectiblemente cuando, por algún motivo, en muchos casos estás en el momento adecuado, en la hora adecuada y en el lugar adecuado.
Te pasa la cultura y te transformás en alguien que zapa, sino que realmente le pasó la cultura, porque tenés la edad justa para haberla vivido completa sin que te cuenten un pedazo. Te transformás, a veces, en una especie de referencia que usan los demás. Pero eso se puede mirar de muchas maneras. A mí lo que me interesa en todo caso, y creo que con esto Skay estará de acuerdo, es que si uno enuncia algo es porque quiere decir algo, pero desde la obra, desde lo que hacemos, desde el disco, las letras. O cuando he escrito algo, para que se lea en esos términos. Y como uno se dedica a esto, que son como ramificaciones del arte, o disciplinas cercanas-hacer canciones y todo eso- tiene que ser leído simbólicamente y en términos estéticos, a lo cual nosotros no le adjudicamos un valor menor que al panfleto. Todo lo contrario, es mucho más profundo, provoca cambios. Pero provoca cambios de libertad.
Es decir, cuando estos chicos de Laferrere están cantando las letras que yo hago, a ellos les está pasando algo, pero algo que yo ignoro. No es lo mismo que mandarles un panfleto. Estás provocando algo, un enigma, una especie de oráculo... Lo que tiene que ser es potente, y para hacer eso sí creo que tenemos cierto talento. Simplemente, el hecho de perdurar tanto tiempo, de alguna manera lo confirma. No es que uno cree a priori. Cuando empezamos nos asombraba que a un amigo le gustara lo que hacíamos. Pasaron treinta años y de alguna manera encontramos la vuelta para generar algún tipo de enigma, de misterio con potencia o con carácter, como para que la gente apasionadamente lo viva y para ella signifique chi lo sá...
¿Con esa intención está la cita de Apuleyo en el disco? Es probable que el 99% de la gente que se encontró con eso no tenía idea de lo que se trataba y quizá tuvo que ir corriendo a la enciclopedia (risas)...
INDIO: Y está bien, si conmueve hasta ese punto no está mal. Porque también hay una especie de standard de reducción de la información sensible, que es leer, que es ver películas, que es ver el arte. Hoy la gente tiene muy poca paciencia para comprender. A mí siempre me ha pasado de esa manera, siempre aquella persona que me interesó leer, o que lo que hacía, o las canciones que hacía fueron una guía cuando citaba a alguien en el libro, o cuando en un reportaje decía que escuchaba a los bluseros negros. Por ejemplo a los bluseros los escuché cuando supe que los Stones los recomendaban, para ver qué eran. Y supongo que ese es un buen camino. Es una pena que haya una reducción de eso. Pienso que tiene que ver con lo que está pasando con la sociedad, esto de que los porcentaje de marginación y de riqueza, en realidad, no han variado tanto: en realidad, si uno lee las estadísticas, no hay muchos más marginales; lo que se ha desmoronado es la clase media. Lo que caracterizó a Uruguay, a nosotros, a Australia (nada más que con otro destino y otra suerte). Y ahí sí es grave, porque la clase media ha sido el gran movilizador de la cultura. Y, cuando vos ves que hay cierto conservadurismo, muchas veces, en los jóvenes, que hay cierto resentimiento con la tecnología, también. ¿Por qué? Porque no la tienen a su alcance. Y a uno le da pena. Porque yo no creo en la reducción, yo creo en la ampliación del campo posible de las cosas. Al no responder a dogmas, lo diverso sobrevive, lo nuevo está bien, aunque te tengas que arremangar los pantalones...
¿Poner la palabra sampler en el título del disco tiene este sentido del que hablás?
INDIO: Yo creo, y confío, también, en la ansiedad de la gente. Lo único es que hay que buscar vehículos que lleguen a su corazón. Cuando hay setenta mil personas en un estadio, es difícil pensar que todos pertenecen a un grado social que pueda entender, al pie de la letra, por llamarlo de alguna manera, las cosas. Pero cuando ves todas esas banderas con frases de lo que vos decís, y las remeras, y todo eso, te das cuenta de que si llegás al corazón, se despierta otro tipo de interés y hacen aunque sea el esfuerzo porque les signifique algo, aunque sea un eslogan. Y ni siquiera todos eligen el mismo, porque eso pasaría en un dogma. Así que Momo Sampler es un poco eso. La idea original tiene que ver con reflejar esta especie de farsa, de carnaval de emulaciones donde todo el mundo está medio travestido.
¿Y cómo empieza la relación específica con el carnaval? Tanto con los ritmos musicales, como con la tradición, la cultura...
INDIO: Cuando uno elige un concepto, quiere elegir siempre algún condimento. Yo voy a los carnavales de Uruguay que son los que más me gustan, y que cada vez son más difíciles de encontrar, hay que irse al Club Albatros, a la concha de la lora, porque en el Teatro de Verano hay una cosa más televisiva ya. Lo que me pasa con el carnaval se parece lo que me pasó antes con el circo. Cuando yo era pibe, el circo era una cosa con una estética propia, el hombre bala, las fieras... Y de pronto, con la aparición de la televisión, a la gente empieza a gustarle que haya bailarinas con coreografías... Con el carnaval pasa lo mismo, hay una invasión de la estética televisiva, y con mucho éxito, se llena mucho más el Teatro de Verano, van turistas de todos lados. En cambio, vas al Club Sporting, y es la gente del barrio, hay choripanes, copos de nieve, entre grupo y grupo, hay bingos, ¡es muy bueno! Cuando vas a ver a Araca la Cana o a Falta y Resto al Club Sporting, te encontrás con tipos de tu edad cantando a voz en cuello, apasionados, las letras de los tipos, y ahí si pasa que los discursos de la murga, de alguna manera, señalan las cagadas que se mandan desde el poder. De todos modos a nosotros no se nos ocurre pretender hacer murga, ni ritmos de ellos. Está muy en boga, pero nosotros no somos cultores de nada, ni de la cultura rock. En nuestros álbumes hacemos un par de rocanroles, pero el resto, desde siempre, es otra cosa. Porque el rock es un evento transcultural. Yo no tengo la esencia de los bluseros negros, y lo mismo que me pasa acá con el folclore, a mí el folclore de salón no me gusta. Me gusta lo que hace Leda Valladares, pero el chirarararaiii (imita algo tipo Chalchaleros), es un embole, nunca me dijo nada. Lo mismo pasa con el disco, hubiera sido ridículo que uno quiera hacer murga. Aquel que lo quiera hacer que lo haga. Sí hemos incluido mucho tambor batiente. En la gráfica hay algunos personajes de la comedia del arte mezclados, por supuesto, porque es un carnaval al uso Patricio Rey (risas).
El disco tiene una estructura de saludos y retiradas, que tiene que ver directamente con el lenguaje del carnaval.
INDIO: La idea está en jugar con el concepto del carnaval, con la jerga del carnaval. Nosotros hemos usado la jerga taurina, del burladero. A mí me embola la ficha técnica, así, cruda, entonces, siempre me gusta jugar con eso.
SKAY: Hablando de eso, podríamos hacer un paréntesis e incluir partes de la ficha técnica...
INDIO: Los llamamos “Los niños de Ahoyuma”, porque cosen y cosen los samplers que están ahí. El Kid Eduardo Herrera y Hernán Cacao Aramberri. Y Mario Breuer en el papel de teachering, y Dimitri Rodnoi tocó el cello.
Contaron que Semilla grabó algunas cosas, hay algo de Sergio, ¿y la batería?
INDIO: La batería la volvió a tocar toda Hernán. Primero tomamos muestras de distintos lados, de algunas baterías que había compuesto yo. Pero todo midi, todo una cadorcha. Eso, por un lado, porque queríamos darle una unidad de contexto humano, y por otro lado, una vez que se armó toda la estructura rítmica, se reemplazaron cada uno de los módulos vueltos a tocar, y se volvieron a tomar muestras, y se volvió a trabajar como muestra...
¿Loopeada?
INDIO: Muestra. A veces loopeada, y a veces no. Los platos, por ejemplo, están tocados en tiempo real. Hay cosas hechas para darle naturalidad. Las escobillas están tocadas en tiempo real. Hernán trabajó bastante. Lo que pasa es que la comodidad de trabajar con Hernán es que estaba en el estudio. Que viniera Walter para tocar una timbaleta, una cosita, estando ahí Hernán, no tenía mucho gollete.
¿Cómo fue la relación con los otros integrantes de Los Redondos cuando supieron cómo iba a ser este disco?
INDIO: Pasó que fueron a grabar, y la tecnología escapa, expulsa un poco las cosas. Se hacía muy difícil.
SKAY: Semilla grabó todos los bajos, con distintos equipos...
INDIO: Y no andaban...
SKAY: ...probando distintos equipos. Y el quilombo era el sonido: cómo conciliar sonidos que, por ahí, tenían una gran profundidad, probamos de mil maneras y no rendía.
INDIO: Se lo morfaban los loops.
SKAY: Los bajos que tocó Semilla quedaron en algunos lugares donde sí había mas espacio, donde no competía. Pero en los otros lugares, donde estaba muy cargado de instrumentos, ahí hay bajos de chapa, o sintetizados.
INDIO: De cualquier manera ustedes preguntaban cómo lo tomaron. Yo supongo que lo tiene que tomar bien.
POLI: Uno cambia de dogmas...
INDIO: Claro, continuamente. Hay muchas cosas que yo tocaba en otro momento, y cuando íbamos al estudio las tocaba Sergio. Pero que estando ahí, en casa, las toco yo.
SKAY: Y teniendo la posibilidad de volver a grabar...
INDIO: Hacés una muestra y la repetís todas las veces que querés. Es ridículo. Cuando tenés un plan de trabajar con música de edición, llega un momento en que la epopeya de la grabación en directo se justifica sólo si tenés ganas de hacerlo. Hoy no es lo mismo que en los años 70, donde las emulaciones eran muy berretas, donde había síntesis de sonidos. Y un sampler es una muestra de sonido natural. Vos tenés a tu merced un tipo que toca la balalaika en otro lado, una librería de un tipo que toca otro instrumento... Y después tenés que componer y reemplazás el sonido de la chapa por el sonido de bajo, por ejemplo. Entonces, si tenés ganas de decir “un, dos, tres, pum...”, llamás a los músicos. Pero si, por otro motivo, por el concepto, tenés ganas de generar esta idea de música de edición en contexto humano, utilizás otro sistema.
En realidad, lo que uno hace siempre es darle un sentido a los ruidos. Y es como una escenografía que hay por detrás de las guitarras y de la voz. Es como la escenografía del drama musical que se va haciendo y después actuamos: el que canta la lírica, el que toca los solos en la guitarra, el solo de otro. Pero la escenografía musical puede estar dada por otros músicos o, por ejemplo en este caso, por muchas muestras, y trabajos que hemos hecho nosotros. Este es un proyecto que, inclusive, se intentó hacer de otra manera en algunos temas, y no prosperó, se puso muy difícil. Se podría haber hecho pero tendríamos que haber invertido mucho más tiempo: si tenés que agarrar el bajo y volver a trabajar ese sonido hasta distorsionarlo, ya no sólo tenés que encontrar un buen lugar en la sala, microfonearlo bien, sino que después tener que estar hasta encontrarle un lugar al sonido, algo que esté vinculado al escenario del sonido que estás generando. Esta idea empezó en el álbum anterior y que tiene que ver con que si uno está jugando a ser algún tipo de espejo, como artista, de lo que pasa, hoy no podés no incluir los sonidos electrónicos. Si querés hacer un drama musical de esta época, un poco de quilombito que vaya más allá de la guitarra, el bajo y la batería tenés que hacer.
El escapulario
¿Todos los escapularios tiene el mismo número?
POLI: No.
Pero nosotros tenemos tres, y tiene el mismo número...
INDIO: Entonces nos están falsificando (risas)...
¿Pero no se suponía que eran numerados?
SKAY: Es por partidas.
Cuando lo vimos, pensamos: “Acá hay un mensaje” (risas)
INDIO: En realidad, no les queríamos decir, pero si sumás todo, le restás y le volvés a sumar...(risas) La idea del escapulario es la de aprovechar todo el espacio que hay para llegar a la gente. Me acuerdo de que la vez pasada les llevé a los asistentes en Nueva York el disco y pasó algo curioso con Los Redondos, porque para ellos un número latino es otra cosa, es “parapapapapapa” (hace una trompeta), y cuando nos escuchan se sorprenden. Y cuando les llevé la tapa del disco anterior la abrieron, miraron todo y dijeron “esto es un delirio”. Porque en el mejor de los casos allá, cuando hacen una producción gráfica importante, es una edición limitada, no es para todo el mundo, no es un escapulario de 38 gramos para toda la gente. Y una de las cosas en la que nos gusta gastar el dinero es esa. Era una idea que surgió antes de irnos, en el brain storming que tenemos con el Mono (Rocambole), yo le paso un poco el concepto y él lo sigue trabajando. Nosotros nos fuimos a Nueva York pensando alegremente-yo, al menos- que iban a agarrar pedazos de bronce, matricería...una cosa de cordura. Y cuando llegamos, fuimos a La Plata y estaba todo en pelotas. Entramos a un lugar y nos encontramos con que habían comprado la casa de al lado, habían traído a un maestro fundidor para aprender a fundir, había parvas de lingotes, la goma que habíamos pensado originalmente se doblaba así que la cambiaron, era todo un delirio de “los chicos jugando”, una pyme funcionando. Y ahí tenemos a Momo Sampler, que esperemos que le guste a la gente porque sino vamos a tener que tocar con casco, ‘te imaginás 70 mil revoleando escapularios? De los redonditos de ricota a los momo sampler...
La primera sensación que tuvimos fue “espero que no se caiga porque se me puede romper”. Y la segunda fue “espero que no se me caiga porque me puede romper un pie”...
POLI: Ya le pasó a uno, se le cayó en el pie...
SKAY: ...tuvieron que hospitalizarlo.
INDIO: La cuestión fue que nos encontramos al grupo jugando alegremente a Zorba el griego. Imaginate que hacer tiradas como para la venta de Los Redondos, de todo eso, bruñirlo, ponero, es un delirio que solamente una producción independiente puede llevar a cabo. Si vas con un plan así a una corporación, te dirían que estás totalmente colifa.
POLI: Los van entregando de a poco, porque como son pegados a mano, uno por uno...
INDIO: Y los imanes para que cierre...un disparate total.
POLI: No hay manera de hacerlos en serie, entonces a medida que los van haciendo, nos los van dando.
De gira por Guatezuela II
-¿Cuándo fue la última vez que los llamaron de una multinacional?
INDIO: Ahora ya no te llaman, ya saben que si no nos convenía cuando no vendíamos nada, menos nos va a convenir ahora. No sé que te pueden dar. Uno siempre dice que lo único que podría dar una corporación, si a uno le interesara, es el hecho, que creo que lo hablamos la vez pasada, de organizar una gira.
-Por Guatezuela...
INDIO: En ese momento dije eso que por ahí puede sonar a veces medio discriminatorio, y no es tampoco la intención. Pero de alguna manera se parece, en el sentido de que la cultura rock tanto en la Argentina como en Uruguay, todos hijos de gringos, se dio con un carácter universalista muy claro, algo que en el resto de Latinoamérica no pasa. Recién ahora están apareciendo en México, Café Tacuba y otros grupos interesantes, pero en realidad siempre ha sido una cadorcha. Incluso España aprendió el rocanrol a través de Moris, a través de Calamaro, a través de la gente que se fue de acá, y aún hoy escuchás cada cosa que decís “ay Dios mío”. A mí no me interesa formar parte de la moda de Guatezuela, esos lugares que se baja uno del escenario y sube Pantoja, cualquiera, y el público está acostumbrado a esa organización.
El fenómeno musical que ha ido aparte de la cultura rock tiene características que hacen que ni se le ocurra que la música es vehículo de algo más que de entretenimiento. Yo lo comparaba con lo que pasaba antes de la cultura rock aquí mismo. Cuando era pibe, ponías a Neil Sedaka por ejemplo, y a nadie se le ocurría que era algo más que Neil Sedaka cantando para que vos tengas la radio prendida o te guste la melodía; y en el resto de Latinoamérica pasó lo mismo. Cuando veías que se hablaba del éxito de Los Fabulosos Pedorretas o quienes fuesen a tocar por ahí, y después veías que se bajaban ellos y aparecía otra gente que no era del rock, y el público iba a ver números promocionados por las corporaciones que unos días antes ponían todo el tiempo en la radio, veías a la música no como vehículo de una cultura sino como un evento de entretenimiento. Entonces tampoco ha sido una ambición de conquistar el público de no sé dónde. Y eso es lo único que una corporación te puede dar, por más que hoy en día uno obtuviese un montón de prerrogativas por la importancia de la banda. En realidad más libertades que las que te podés tomar no teniendo que consultar con nadie, nada más que con ellos (señala a Poli y Skay), es ridículo. Siempre aparecen ofertas desde el poder político de cosas para que apoyes esto o aquello, porque es gente que no conoce cómo trabajamos.
SKAY: Hay compañías que por ahí también llaman y te dicen: “Queremos conversar”
Llaman por las dudas...
INDIO: Sí, pero no significa nada. Llaman pensando “a ver si de pedo los tipos están cansados, se quieren jubilar”.
Carne política
¿Y los políticos para qué llaman?
INDIO: Para que toques en las campañas. Cuando ves que metés 170 mil personas en un lugar, el poder político cree que es nerca, en el sentido de que si yo digo “vamos para acá, vamos para allá”, me van a obedecer. Pero no funciona de esa manera: lo más probable es que si vos señalaras un norte de un camino sin corazón, para estos chicos apasionados, el momo sampler te lo ponen en el orto. Esos son criterios que tiene que ver con cómo ha funcionado generalmente esto. De todas formas, creo que el público de rock ya sabe que no es que todos los grupos que tocan en campaña creen lo mismo que el candidato. Ocasionalmente puede haber artistas vinculados con los grupos de izquierda, pero cuando tocan en la campaña de Pepeto de la Rúa o no sé qué cosa, van porque les ponen un billete para tocar, hay un lugar y van a tocar. No creo que todos los que tocan para los radicales sean radicales, seguramente les importa un queso; la mayoría de los músicos no tienen un partidismo político.
Tocar, tocar
Hablando de tocar...¿cómo y cuándo tienen previsto tocar en vivo?
INDIO: Y...después de marzo, no sabemos ni cuándo ni dónde. (A Skay y Poli). Me miran como diciendo “no le creo” (se ríe). Suponemos que si todo sale bien vamos a hacer algún estadio grande. Yo de lo que tengo ganas es de volver a mover el culo, de salir por las provincias, pero está todo medio en el aire. De movida, yo pedí unos meses de tranquilidad por motivos personales, y además la banda no conocía las canciones así que Skay está ensayando con ellos para que suene como en el disco.
En una nota dijiste que este disco tenía más máquinas pero que era más fácil de tocar para la banda.
INDIO: Creo que sí. En realidad en el disco anterior la intención era la misma, el otro día decíamos que parecía que se podía separar con la uña un poquito más fácilmente lo tecno y lo tracción a sangre en el álbum anterior que en éste, a pesar de que éste la tracción a sangre prácticamente no existió. Tiene que ver con el tipo de unidad que le querés dar. Con la unidad que tiene éste, con ese horizonte de guitarras muy dominante, yo supongo que va a ser mucho más fácil de tocar que el anterior. Skay, que está trabajando, me avisa permanentemente que sí.
¿Es así, Skay?
SKAY: Hasta ahora llevamos ensayados cinco temas y está muy bien. Todavía falta ablandarlos.
¿Van ensayando según el orden en que están en el disco?
SKAY: Sí, pero es una manera de empezar.
INDIO: Hay una manera, que Hernán hace desde la computadora y es mostrar cómo suena el rol de cada uno, para que se enteren bien de cómo es, por separado. Momentáneamente están sin ingeniero de sonido, balbuceando. Después habrá otro momento, una vez que esté todo aprendido, de volver a pasarlo por la consola para aproximarnos al sonido y eso será cuando vaya yo.
¿Vos no vas a los ensayos?
INDIO: No hace falta, lo que tengo que acordarme son las letras. Ahora la banda tiene que sonar, tocar esos temas, con la cercanía que el placer les dé, porque tampoco uno quiere que hagan una copia exacta. La pulsión de aquel que lo toca le da un carácter diferente, pero respetando un poco la estructura.
¿Van alimentando los temas a medida que los van tocando? ¿Cómo es ese proceso?
SKAY: Por ahora estamos en el primer momento que es reconocer los temas, y entonces hay roles que por ahí caen, por ejemplo un solo de viola que yo hacía, que si largo la rítmica se cae, entonces el rol lo hace el saxo. Todavía estamos resolviendo ese tipo de cosas, la parte rítmica está bastante bien suelta.
Indio, hablaste de la música de edición pero también hablaste de la posibilidad de juntarse para zapar...
INDIO: A nosotros nos gusta ir a donde no estuvimos. Yo puedo estar muy enamorado de la música de edición, pero puedo seguir haciendo cosas para mí. No sé, esto es una conversación, recién acabamos de terminar un disco. Por ahí en el próximo álbum él toca computadora también. Yo estoy muy entusiasmado con eso, porque como no soy un diestro ejecutante, en verdad soy bastante maleta, la tecnología me facilita mucho todo, con que vos me toqués un compás bien, en tempo, yo lo repetí y se terminó. Por eso me gusta mucho lo que propone esto, y también el asunto de las texturas, que creo que es adonde ha crecido mucho la música. Musicalmente, en general, salvo la gente que tiene un espíritu diferente, hay una emulación de las bandas de lo que ya ha pasado en el rock, del riff de guitarra, en general todo se parece. En realidad, un poco lo que hay que ver, es cómo generar un sonido que difiera o que modifique lo que uno viene acostumbrado. Probablemente depende también del hecho de que venimos de muchos meses de trabajar con este sistema y que de pronto una manera de escapar de eso es decir “para el próximo nos reunimos y zapamos”.
SKAY: Capaz que lo hacemos todo como éste, o con un tema zapado, otro en vivo...
INDIO: No nos gusta decir “éste es el método”. El método es el que uno tiene ganas en el momento. A uno lo que le gusta es la novedad para entusiasmarse. Si no te entusiasmás vos es muy difícil transmitir un entusiasmo. Si trabajás de vos mismo y utilizás todo lo que dominás, no encontrás novedades. Nosotros estamos muy acostumbrados a encontrar muchas novedades en el error, cuando te equivocás aparece como una novedad grandiosa en el plan. Todo depende del sentido que la gente le da a los ruidos o a las cosas. Eso es cualquier acto de creación, darle un sentido a algo, con las distintas materialidades, cada disciplina tiene una materialidad diferente.
SKAY: Por eso yo insistía con el tema de la zapada, porque ahí vamos a cometer muchos errores...
INDIO: Aparte para disfrutar del momento, de estar jugando ahí, sobre todo que hoy podés ir grabando todo en una grabadora digital y si hay un tramo que te gustó, usarlo. El gran mezclador de directos y estudios que fue Frank Zappa hacía eso: hay muchos discos con pedazos que vienen del directo y de pronto se mezclan con una parte en estudio. Hoy la tecnología te permite eso, si hay un buen momento en la zapada, tuc, y ahí lo entroncás con otra cosa. En realidad estamos balbuceando acá lo mismo que dijimos “el próximo lo vamos a arrancar zapando en vez de que vos estés en tu casa y yo en la mía y después nos juntemos a ver las ideas”. Yo ahora no estoy yendo a ensayar pero tengo todo montado en mi casa, estoy tocando la guitarra, cosa que no hacía hace mucho porque el dedito meñique hoy llega hasta donde puede, y tengo un montón de maquinolas, hice como un escenario porque tengo que acostumbrarme a hacer sonar esas cosas en tiempo real. Cuando compongo con las maquinolas voy paso por paso, no en tiempo real, y para hacerlo en tiempo real hay que saber manejar los auriculares y sacar el mute de afuera para no poner cualquier cosa. Los aparatos tienen distintas conmutaciones para hacerlo.
Por ejemplo en Nueva York vimos a Liquid Soul, una banda de Chicago que toca muchos bracees pero además tienen un MC y un DJ que trabajan en tiempo real y es alucinante verlos. Hay que manejar la técnica, tenés que estar escuchando hasta que corregís dentro de la máquina el sonido que vas a mandar al éter, porque tenés que poner los BPM apropiados, tenés que loopear una melodía que te guste, mandarla en un CD... Tengo un montón de manuales de Roland... y tengo 52 pirulos, no nací manejando un joystick. Aunque (se ríe), como ustedes sabrán, manejo pistolas de gran calibre (más risas). Entonces sí me estoy armando un gran entorno, pero para más adelante. Ahora yo también tengo que ensayar y después tocar. Este supongo que será un año de tocar, si es posible.
Acá y allá II
Al final Nueva York le ganó a Londres...
INDIO: Eso es una cuestión económica más que nada. Nueva York es tan cara como Buenos Aires así que a nosotros no nos asusta nada. Vienen París, Tokio, Nueva York y nosotros. Averiguamos precios de estudios porque no conozco Londres y tenía ganas de ir. Pero después dijimos “estamos yendo a laburar”, cuando querramos ir a Londres vamos de paseo y mientras tanto, si el estudio nos cuesta tres veces más que el Sterling Sound-un estudio de allá que está muy bien y tiene mucho vintage de puta madre-, no tiene sentido. Mandamos a pedir presupuesto a un estudio con las mismas características y salía mucho más caro. Ir era ridículo, sobre todo cuando no tenés mucho tiempo. Yo soy de madrugar, aprovecho la mañana para rajarme, y cuando se termina la jornada, a eso de las ocho, vamos a comer por ahí y vamos a ver algún show, pero durante todo el día estás metido en el estudio. Así que no valía la pena gastar tanto más dinero en un estudio cuando hay otro que te da la misma prestación en Nueva York y sale todo bien.
PARTE II : MOMO REY
MAS MOMO SAMPLER - PERSONAS Y PERSONAJES - EL PRECIO DE LA FAMA - CARNAVAL TODA LA VIDA -
PERIODISTAS II - A GUARDAR, A ORDENAR - LA FELICIDAD - LA VIOLENCIA - EL TIEMPO ES VELOZ.
Más Momo Sampler
Queríamos recorrer el disco con ustedes.
INDIO: Uno puede hablar del concepto, que es mucho más amplio, pero a mí hablar de las canciones me cuesta mucho porque en general tienen una especie de significación propia. A mí me pasa- no sé que le pasa a Skay- que mientras está el proceso de hacerlas todavía son de uno. Pero después ya agregar un detalle más sobre la canción...a veces me parece que ni yo sé de qué se trata, que no tengo derecho. No sé, es una tara que uno tiene, no sé si tiene alguna justificación, pero me cuesta agregar algo.
¿Una vez que sale el disco no lo quieren escuchar más por un tiempo o no les molesta?
INDIO: No sé Skay, pero me parece que es lo mismo. Yo tengo un período de duelo, aunque cada vez menos. Me pasaba más antes, porque uno participa de lo que es como la autopsia de la música: vos sabés que hay un tambor que está corrido en algún lado, que la gente después lo escucha en estado de inocencia y no se da cuenta. Recién después de pasado un tiempo, que se te salió la cara esa de la cabeza, escuchás en estado de inocencia y podés disfrutarlo. Pero cada vez me pasa menos, nosotros hemos conducido siempre sin saber, y a esta altura uno ha aprendido algunas cosas, entonces se parece cada vez más a la idea con la que uno arranca, mientras que hay otros álbumes que iban a dónde podían. A este disco lo estoy disfrutando, estoy muy satisfecho con lo que pasó, y al mismo tiempo- aunque no estoy yendo a ensayar-, tengo que aprender las letras. No las sé todas porque para la grabación más de dos veces no canto; le rompo los huevos a todo el mundo, me dedico bastante a la producción del disco, pero tiro dos tomas y arreglémonos con lo que hay, a menos que sea una cagada. Entonces, las letras, cuando vas al directo, tienen que pasar a través de uno, no podés estar cantando, de front man, tratando de dar cierta gestualidad que ayude, y estar pensando que línea viene. Tiene que venir, tenés que cantar como si estuvieras creando en ese momento. Al menos es la manera en la que yo me siento cómodo. Y eso te pasa después de escucharla bastante. Lo que estoy haciendo ahora, que no me jode mucho, es escuchar bastante seguido a la mañana.
SKAY: Yo, por ejemplo, no lo escucho. Sólo cuando viene un amigo que quiere escucharlo, o cuando estamos ensayando, ponemos el disco para ver alguna parte. Me pasa siempre, con todos los discos.
INDIO: A mí en éste no tanto. En otros me pasa más porque el proceso es diferente. No tengo esa especie de repeluz que me daba en otros álbumes, que siempre había un tema o partes de un tema con una parte que no te conformaba tanto. Eso también dura un tiempo. Tiene que ver con la obsesión previa que tenías, que no se cumplió, pero al año lo escuchás, cuando ya no estás con la tara esa, y está bárbaro como está.
SKAY: Para mí es un muy buen disco, pero no tengo costumbre de ponerme a escucharlo. En realidad escucho bastante poca música y si pongo el disco es porque hay un amigo que quiere escucharlo.
Indio, recién hablabas de cómo vas armando el disco para cantarlo en vivo, esto de que tiene que ir fluyendo como si lo estuvieras creando en ese momento, ¿para grabarlo eso no es necesario?
INDIO: Yo tengo muy claro por qué hago dos tomas. He tenido épocas en las que tiraba un montón, para corregir, para tener más opciones. Pero en realidad, si te costó tanto tirar esa línea, es muy difícil después que te salga medio parecido. Segundo, yo canto mucho mejor de lo que canto en el disco en el sentido del bel canto; si canto bolero o tango, canto mucho mejor que esto, pero creo que la música popular depende menos del bel canto y del tenorete que del decidor, y el decidor para ser convincente, tiene que tener cierta monocordia del relato, a costa de cierta afinación. Un tenorete está confirmado en realidad por el autor de la canción y no por él como malabar de cantante, mientras que Lou Reed o Bob Dylan están confirmados porque lo dicen de una manera que difícilmente lo diga alguien más. Entonces no me amerita hacer quince o veinte tomas. Yo hago dos, si hay alguna estrofa que quede mejor que la otra, las junto, pero en realidad tengo muy claro cómo debe ser actuada la voz. Puede ser que en el momento en que la presento modifique algo, pero en realidad la pongo ahí en el atril, y voy leyéndola. Porque desde el momento en que la compuse sé cómo tiene que acentuarse, cómo tiene que decirse, cómo contener en algún momento, sisear un poquito...tengo claro cómo quiero que se diga...
SKAY: Cuando querés insistir en hacer más tomas de lo mismo, por ahí ganás en pequeños detalles pero perdés en expresividad. Las primeras veces son mucho más expresivas. Yo también prefiero hacer dos tomas, y si no me gustó, la agarro otro día, pero no insistir sobre lo mismo. Porque quizás ganás en prolijidad pero perdés expresión; por ahí eso sólo lo nota uno, pero yo reconozco el momento de la expresividad.
INDIO: De todas formas hago una diferencia: como compositor, veo el resto de las cosas como escenografía, le doy estos roles y esta libertad a las partes expresivas de la música, no a las guitarras rítmicas, a los bajos, a las estructuras, a los cimientos de la canción; eso tiene que estar perfectamente bien. ¿Por qué? Porque la historia del rock así lo dice. Siempre doy el mismo ejemplo: cantantes y violeros se ven por la expresividad que tienen. Por ejemplo violeros, que son las guías de todos los violeros, Jimmy Page, Hendrix, Chuck Berry, Keith Richards, son muy desprolijos, pero generaron un estilo de tocar, y la expresividad que tienen, entonces hay roles. El bajista y el baterista tienen que tocar perfecto, apoyar en el mismo lugar del tambor, el golpe con el mismo pulso, la misma extensión de laído y el bajista también, porque es la estructura, es la escenografía, es la que va a sostener lo que pasa. En los roles expresivos es distinto, la guitarra, el cantante, los solos...
Hay pocos solos de saxo en Momo Sampler.
INDIO: Hay un solo. Es que en realidad, insisto, ése fue el plan.
SKAY: Por otro lado, la música te va llegando, porque si sos esclavo del formato de la banda, te obliga. Y queremos, salirnos de esa necesidad, que el propio tema vaya pidiendo.
INDIO: Porque vos podés hacer mucha originalidad melódica y armónica, pero si la misma formación cumple el mismo rol de siempre, hay una reiteración.
SKAY: La idea es que cuando aparezca el saxo esté diciendo algo.
INDIO: La mayoría de las guitarras rítmicas se trataron también como muestras, es la estructura. Y con los otros roles no buscamos la desprolijidad, somos desprolijos, pero nos gusta lo que pasa. Sobre todo por lo que uno ha admirado desde siempre, los violeros de los que hablaba recién. A mí el violero que más me gusta no es Steve Vai. Lo admiro por los malabares que hace pero yo tengo un disco que compré un día y lo escuché una vez, porque no me pasa nada a nivel emotivo. Creo que lo que le da carácter a esto, es esa cosa que tiene Tom Waits, en el caso de los cantantes.
Personas y personajes
Hay ciertos personajes en Momo Sampler que reaparecen, como el Morta...
INDIO: Cuando uno pone la lupa en cierta marginación social para defenderla y ponerla en un plano de emotividad, para que no se transforme siempre en una cosa policial, y saber que son seres humanos, que están ahí, uno cae en los sopapitas y este tipo de personajes. Pero aparece esta cosa que ha pasado con la clase media, aparecen estos personajes que están marginados pero que tienen un tío en New Jersey, entonces en vez del bourbon hablan del burbón, tienen una tarjeta trucha de American Express, sin “bullshitear a nobody”, gente de clase media a los que el mundo no les aportó una oportunidad. Inclusive muchos de los que se formaron en la cultura rock. Esos que tienen restaurantes originales, son santones new age, o se llevan unas turquesas y unos topacios para Brasil, pero la pala no les viene más. Son tipos que tienen una formación para buscar huecos y paradojas en lo que hay y tener un papeo más o menos interesante sin necesidad de transpirar, no son muy dañinos, pero pueden ser pícaros simpáticos, como alguno conocido. Es un montón de gente de la clase media.
POLI: Llamados comúnmente buscas.
INDIO: Sí, buscas, que en realidad tuvieron toda una etapa temprana de formación donde hicieron experiencias ordinarias y no ordinarias en serio, porque creían que el mundo iba a parar a un lado de difusión del poder, redistribución de la riqueza y de toda esa especie de objetivos caóticos que tenía la cultura rock. Bueno, eso no pasó, la cultura rock infectó al sistema de otra manera, no de esa y de movida menos mal, porque al final de objetivos de ese tipo está el poder, y si hay una cultura que lo que quiere es la difusión del poder, es ridículo tener acceso a él. Entonces, era como clavado que no iban a tener lugar en el poder, a no ser la leche de ser un artista exitoso, o un periodista que tiene trabajo. Pero en realidad el resto de la gente que abandonó carreras para estudiar las flores de Bach, o tomar pepas en algún lado, llegó el momento en que empezaron a tener 25, 26, 27 años y qué mierda hago, de qué voy a laburar si ya abandoné Arquitectura, Derecho, abandoné todo para hacer la experiencia hippie, para hacer la experiencia de la cultura rock, que no llegó a ningún lugar que me proveyera de otra cosa que de la transformación metafísica de uno. Y que aprovecharon todo ese caudal de conocimientos no ordinarios para encontrar un lugar de buscas.
Eso también tuvo su prensa y su marketing...
INDIO: Es que tienen información que los hace tener un lugar de privilegio para acomodarse. Generalmente se piensa en un ascetismo y la bohemia es lo contrario, es tomar buenos vinos aunque no tengas la guita para pagarte el alquiler de tu departamento. En consecuencia, todo ese aprendizaje, hizo que se fueran a vivir a Buzios, pescaran langostas, pusieran un cuchitril para vender esas langostas y ahora son el Gato Dumas. En este momento, en donde hay una especie de decaimiento tan grande del estatus de la clase media, me gustaba pintar no los marginales del puto suelo de la miseria, sino estos otros que son como “el rubio que se tragaba cien lucas hace lo que puede para vivir”.
Volvamos al recorrido. ¿Templo de Momo es una especie de saludo a esta murga o carnaval?
INDIO: Es el tema principal por varios motivos. De movida porque está al principio...
¿Musicalmente también es un anuncio de lo que va a ser el disco?
INDIO: El disco es lo suficientemente diverso, así que cualquiera que sigue es otra cosa, porque en realidad hay temas muy minimales, “Pool Averna y Papuza” no tiene ni bajo, y mi voz está grandota, contando el relato, y aparece el dolor con una chapa con la que hicimos un acordeón. Después hay temas como Pensando como una acelga que es un disparate, delirio conceptual-musical lo que está diciendo el tipo, un espanto. Creo que Templo de Momo lo elegimos para arrancar porque estaba bueno que fuera un power trío, como para no atemorizar a la gente de movida (risas)...y por otro lado la letra es una antesala, un poco la clave de todo el viaje.
En Morta punto com nombrás a Chuck Berry, y además está en el dibujo...
INDIO: El Morta es un poco el personaje que está relatado ahí, un tipo que no se cuece al primer hervor, tiene la virtud de tener un tío en Nueva Jersey...
Son personajes que conocés...
INDIO: Sí, pero la ficción tiene la ventaja de que es un collage, es como si uno pensara que porque un escritor escribe sobre un crimen, cometió uno. Como ejemplo de la relación personaje-historia, doy el del perro de Hitler, que a su dueño lo quería. No tiene nada que ver, uno un poco se nutre y mezcla parte de la personalidad que a uno le gusta con algo que vio en otro lugar y se genera un monstruo que no siempre es la crónica de alguien que conociste.
¿La murga de los renegados es una descripción del público de Los Redondos?
INDIO: Es una especie de descripción de la murga que viene desencantada, que viene mal, donde aparecen los distintos personajes. Cuando uno habla de putas serenas a veces no se sabe si está hablando de las chicas que están por acá o de algunas amigas de una belleza inconmensurable, y de una experiencia similar a la de uno que, vista desde ojos más standard, puede significar que su vida sea dispendiosa de cierta manera. Pero en realidad son personalidades de una riqueza infinita, y uno trata de meter y aprisionar en las escasas líneas que tiene una canción, pequeños falsees o imágenes que representen eso, y sobre todo la musicalidad que precisás. En verdad pienso que cuando uno quiere aclarar estas cosas oscurece un poquito. Estoy con mucha cordialidad dejándome llevar por la intención, pero no sé si es lo mejor. Lo mejor es lo que te pasa a vos. La gente, si reconoce algo que lo rodea es más poderoso que uno vaya quitándole magnetismo a las cosas, describiendo lo que realmente era para uno, que no significa nada. Porque entonces con cada obra tenés que tener un manual de interpretación al lado que te explique todo. O te conmueve o no te conmueve, y eso es lo que debe valer. Después, si el manual es más grande que la obra, dedicate a escribir manuales.
¿Dr Saturno es una especie de autorretrato de la banda?
INDIO: En la lírica se pone medio difícil representar algo más que lo íntimo. Yo sé que estoy confirmado por el hecho de que la gente que yo respeto y quiero todavía está conforme con lo que yo haga al respecto.
Vos decías que de alguna manera escribís “como escribimos...”
INDIO: ¿Sabés por qué? Hay un lugar que yo capitalizo para nosotros, y ahí la incluyo a Poli. No hablamos del evento estrictamente musical, porque cuando nosotros tres decidimos que algo va, es porque nos representa a los tres. Ahí ya no hay roles. Es como cuando Poli discute con alguien. No es que yo estoy en una nube de pedos e ignoro lo que pasa. A partir de ahí es como si fuéramos tres directores de algo, somos dueños de todo lo que pasa en el producto o la obra. Ahí la autoría es una cosa que escapa. ¿Quién es el autor de algo que se confirma cuando lo decidimos los tres?
Por eso lo del autorretrato...
INDIO: Una cosa es el consentimiento de cómo se pinta la lírica, y otra cosa es si con lo que escribo estoy representando lo que le pasa a Skay. En todo caso se parece más a mí, sobre todo en esta letra. Yo también me trato como un personaje. No es que yo ando con los brazos picados, hay cosas que sí y otras que no. Que no salgo mucho es verdad.
Llama la atención lo de Orquesta Antibalas...
INDIO: No salió en la ficha técnica, pero íbamos a poner en el arte de tapa “La Orquesta estable del corsódromo”, pero no salió. La Orquesta Antibalas somos Los Redondos, porque más allá de que nos haya ido bien, y de que muy de vez en cuando uno haga hincapié en el tipo de resistencia que puede haber desde distintos lugares, es una banda que por el carácter de independencia es la que más ha estado con el culo al aire. Porque si viene un número extranjero y muere un tipo nadie se entera, y de pronto, el día que aparecen Los Redondos salís en policiales aunque estés metiendo 60 mil personas en Racing. No hay columna de espectáculos o de la televisión diciendo que hay 60 mil tipos viendo a un grupo ahí. Lo ignoran olímpicamente. A mí me importa un queso, pero en última instancia eso es la Orquesta Antibalas: la que tolera cierto resentimiento, resistencia, y a veces cierta envidia de que uno, calzándose la boina, ha logrado un estado de libertad creativa y de producción, por ejemplo para que haya escapularios de 38 gramos. Mientras que fichado en una compañía siempre hay limitaciones de algún tipo, a excepción del amigo Calamaro, que logró que una corporación le banque un disco quíntuple. Esta es una banda que desde un andarivel aparte, a la que le han cueteado desde más de un lugar, se la ha bancado.
Esa frase va a ser una bandera...
INDIO: Claro, dejamos de ser Los Redondos y pasamos a ser la Orquesta Antibalas.
¿Y con respecto a La murga de la virgencita?
INDIO: Es esa especie de putita hermosa, que masca un chicle para que el guascazo... bueno, ya empiezo a hablar de guascazo, que tiene un prestigio poético como el cloro...(risas).
Poco elegante...
INDIO: Cuando uno tiene que explicar tiene que reducir el carácter poético a un lenguaje un poco menor.
La murga de la virgencita es uno de los temas condenado a convertirse en un preferido.
INDIO: Es uno de los temas más logrados, de acuerdo a de dónde lo quieras ver. Tiene la misma estructura, de distintos momentos, que parecen despegados...
SKAY: Básicamente es una fusión de tres temas. Por ahí hay muchos temas que tienen el mismo carácter, y terminan siendo uno.
INDIO: Y hay como una unidad buena. Hay temas que ameritan. Por ejemplo Sheriff es el único que yo considero oscuro. Los demás son grotescos, farsescos, dramáticos en el sentido de la comedia del arte, un poco porque es el carácter tradicional de la banda. Nunca hacemos un tema pum pum para arriba, algo vasodilatador para el verano (risas), siempre es una pintura de cómo vemos las cosas, pero a veces te interesa que hay una especie de tensión monocorde, redundante y tediosa, porque es lo que mejor sostiene lo que hay arriba.
Parece una crónica del Gran Buenos Aires de hoy...
INDIO: Sí, por eso me gustó esa especie de base hiphopiana, esa densidad de los lows profundos. Hay temas que no. Con La Virgencita, nos pasa que es uno de los temas que más nos gustan.
SKAY: Posiblemente es uno de los temas con más melodía, hay temas en que el drama está planteado desde otro lugar. La virgencita tiene todo un desarrollo melódico y armónico distinto.
Pool, averna y papuza... es un blues medio raro, con una base reggae.
SKAY: Tratamos de salir un poco de ese lugar de inercia medio remanido.
INDIO: No somos muy ortodoxos, hacemos rocanroles de toda la vida, porque fue lo primero que empezamos a hacer, pero si vos te remitís a los primeros álbumes, a excepción de un par de rocanroles más ortodoxos y de carácter más clásico, después los demás chi lo sa...
SKAY: Pool, averna y papuza tiene que ver con los demás temas, que estaban muy cargados de cosas, y necesitábamos un tema que utilice un poco de aire, prácticamente no hay baterías. Si no hubiese sido así capaz que el tema hubiera ido por otro lado.
INDIO: También está Una piba con la remera de Greenpeace, que es una canción de amor, que se arrocka un poquito. Eso lo hacemos generalmente en casi todos los álbumes, porque el planteo es como si fuera Óperas de Tres Centavos, en donde tenés un drama musical general, pero los cuadros son independientes. Hay uno con cuarteto de cuerdas, otro con el pianista solo...
SKAY: Te va obligando a darle a cada uno un tratamiento distinto. Pool, averna y papuza podría haber sido un blues desenfrenado...
Otros personajes son el Negro Burgundí y el Flaco Merlín.
INDIO: Son sobrenombres que uno tiene por ahí. Cuando un sobrenombre suena bien uno tiene la tentación de ubicarlo, y ahí está el amigo. Hay yirias que se conocen poco porque son carcelarias: esto del brindis, que carcelariamente tiene otra significación...
Murga purga está claramente dedicada a alguien...
INDIO: Y, son viejas venganzas. Son mambos que uno aprovecha en un tema arrasador. Ese es un rocanrol con una baucazo abajo, y a grito pelado, para mandarle un último mensaje a alguien, pero ya no tiene esa importancia. Ya no tiene la importancia del mensaje, porque a veces lo que estás reviviendo es una cosa que está muerta, pero simplemente es una manera de representarse una situación de cierta traición o algo que pasó en algún momento.
El precio de la fama
¿Los han traicionado mucho?
INDIO: Es una manera de decir. La gente hace lo que buenamente puede para vivir, y las relaciones son siempre relaciones. Uno puede creer que no merece ser traicionado, y la importancia que tu vida tiene para otra persona es otra. Y de pronto un tipo un día decide traicionarte. La puesta a prueba de las relaciones que hace el éxito es medio jodida, porque a veces las relaciones que uno cree que son firmes no lo son tanto. La magnitud en que crece tu personaje público hace que muchas veces la gente prefiere que vos seas el personaje. Eso te provoca un abandono profundo, porque aquel que está sujeto a estas cosas precisa que los amigos se acuerden, precisamente de las debilidades, de todo aquello que no se puede medir de otra manera. A veces, directamente para protegerte. ¿Por qué? Porque la gente que te quiere bien, que te conoce y tiene acceso a tu intimidad, sabe mucho de vos: tus virtudes, aquellas cosas por las cuales te quiere, y también tus defectos. La gente que ya conocés cuando tenés una magnitud como personaje te llena la oreja permanentemente de adulaciones, y el primero que puede caer en esa trampa es uno. Porque entre estar con gente que te está recordando que vos sos un miserable, a estar rodeado de gente que te dice que sos un capo total, te alegra el oído mucho más lo último. Pero en defensa propia uno tiene que ser lo suficientemente adulto como para darse cuenta de que es mejor recogerse y no comprarse a uno mismo como personaje, y que los amigos, aquellos que vos reconocés como un testimonio más fino de tu vida, más cercano, tienen más razones para decirte que vos sos bastante miserable, bastante egoísta, y todo lo que tiene que ver con vos.
SKAY: Cómo diría alguien...”El éxito lo cambia a uno, pero no sabés cómo cambia a los amigos...”
¿Y Pensando como una acelga?
INDIO: Para mí es el más alienante del disco. No es oscuro, pero sí es alienante por lo que relata y por la construcción musical, que tiene ese espacio kitsch que hay en el medio, con una viola que imita a un theremin. Lo que relata el personaje es medio una locura, y el soporte de esa locura tiene que ser un tema de una construcción medio loca también. El tema más complejo, supongo, para digerirlo rápidamente, porque tiene una estructura que no es muy lineal, con una guitarra rítmica que es de sample, un montón de ruidos, un escenario apropiado para lo que está diciendo.
Rato molhado es ideal para terminar un show...
SKAY: A mí me parecía un buen tema para terminar el disco.
INDIO: Tenés razón (risas)
¿Por qué en portugués?
INDIO: Uno también ha vivido fuera de aquí, puede haber personajes que uno conoce de otro lado. Yo he estado viviendo hace muchos años un tiempo largo en Brasil y me gustó esa manera de decirlo para el amigo Tumberito, que es el hijo de la tumba. Se llama tumberitos a los hijos engendrados en las visitas higiénicas de la cárcel. A mí no me gusta esto que estamos haciendo. Es un trabajo en todo caso agarrar el glosario, podés hacerte detener unos días...
¿En las letras hay códigos que comparten entre ustedes?
INDIO: Les voy a dar un solo ejemplo: el término “cucharango” no existe. Sin embargo, me salió y me pareció que era una mezcla de “chulo guarango” y que tomaba mucha falopa. Me salió ese término, y me dieron ganas de ponerlo, no tenía otra justificación. No es la primera vez, y a veces se aplicaron términos que fueron después mal explicados. Ahora me acuerdo de que daban una explicación de la frase “está muy shangai” y era otra cosa. Significa “muy confuso”. Que algo está “muito shangai” se decía en Brasil cuando yo estuve allá. Cuando querían decir que algo era muy confuso decían eso, usaban shangai como ejemplo de un lugar confuso, olores a comidas, gente en bicicletas, quilombo. Me pareció una figura que estaba buena, porque acá no existía. Después la explicaron de cualquier forma, creo que en uno de los libros.
El que no había que comprar...
INDIO: También hay una confusión con respecto a eso. A mí lo que me jode de algunos de los libros que han sacado, es que alegremente usan cuentos míos que yo publiqué en Cerdos & Peces, en Fin de Siglo, en El Porteño, y están vendiendo cosas que hiciste vos, no es que están opinando, porque pueden opinar lo que quieran, es lo mismo que pueden hacer ustedes cuando interpretan algo. El problema es cuando te encontrás con que hay uno o dos capítulos que son todos cuentos cortos tuyos que los está publicando alguien, y decís “loco, yo no me tomé el trabajo de ir a Argentores, porque tengo los huevos llenos de proteger mi vida, pero estás currando y lucrando con cosas que escribí yo”.
Carnaval toda la vida
¿De dónde viene el enganche con el carnaval uruguayo?
INDIO: Viene de que yo tengo mi escapada montevideana, que dura lo que un pedo en una mano. Empecé a ir a Uruguay para ver cine, porque acá mucho no puedo, tengo que ir a la función de la una de la tarde. Voy, y en una semana me veo ocho películas. Y cuando coincide con el carnaval, aprovecho para ir a ver, porque todavía mantiene lo suyo. El carnaval de Río tiene esa magnitud for export, el que tenemos en Gualeguaychú es una imitación de ése, pero en el de Uruguay hay una cosa de la comedia del arte, que tiene más de cien años de tradición y que es muy potente, muy bueno, muy conmovedor. Además, hay cada composición de murgas, de Araca la Cana, de Falta y Resto, hay varias que me gustan. Hay otra cosa admirable y es que mantienen el origen respetuoso de la tradición de las carnestolendas, donde había una inversión de roles: al tonto lo ponían a gobernar, y los otros se daban el gusto de hacerse culear por el palafrenero disfrazado y los discursos eran en contra de las trapisondas de los gobernantes.
Y más allá de que sigan con esa tradición, que para uno puede ser medio psicobolche, referida a la izquierda-porque todavía el espíritu libertario y socialista es muy fuerte en Uruguay y en los barrios-, la calidad de la lírica, de la armonización de voces, cómo cantan los solistas. Yo me admiro de ver en esos tinglados de morondanga, llenos de olor a choripán, a tipos que cantan dominando el aparato vocal, el plexo, que cantan bien: es admirable cómo una expresión tan popular ha reunido para sí escritores, poetas, que se preocupan de ver la armonización de las voces, para esos coros que son conmovedores, que me hacen acordar a veces a esos coros rusos, del ejército, todas esas voces masculinas potentes, gritando. Es muy conmovedor. Más allá de la tradición que tiene, ahí hay un género que es interesante. A tal punto de que uno ha querido incursionar en ello, uno toma eso como una especie de juego conceptual y le pone algunos condimentos.
¿Cuándo eras chico te gustaba el carnaval?
INDIO: Sí, porque cuando yo era chico no había mucho para entretenerse. No sé si tenían una gran calidad, había mucha murga de barrio, que uno las integraba. Yo llegué a integrar una murga en Valeria del Mar, ya de grande, con (Claudio) Kleinman, con Enrique Symms, salíamos de murga... (risas).
¿Cómo se llamaba la murga?
INDIO: El Corcho Caído, El Vaso Roto, no sé, cosas de beber, de disfrazarnos. Inclusive hay alguna foto en la que estoy disfrazado de señora, el Rafa Hernández con una minifalda, esos eran los carnavales de Valeria del Mar. Es más acá de cuando yo era chico, años 85, 87. Me acuerdo de haber ido a prenderle fuego al Oso Carolina (muchas risas), que era el disfraz mas peligroso porque siempre había un boludo mamado que le prendía fuego (risas). Nosotros tuvimos un Oso Carolina que era Alfredo Rosso, cuando tocábamos en Cemento, se disfrazaba de eso seguramente para transpirar. En Cemento, metido dentro de un uniforme de piel, era un espanto.
Periodistas II
¿Por qué siempre hablás de Laferrere?
INDIO: Esas son cosas circunstanciales. Mis sobrinos viven cerca de Laferrere, y cuando uno vive esta especie de ausencia de la confrontación física con la gente, recibe noticias de los que están alrededor. Y a veces te avisan que está pasando con lo que vos hiciste. Mis sobrinos tienen amigos por ahí, no voy a decir dónde. Entonces me sale eso como ejemplo de un lugar donde uno conoce cómo explotan las cosas que uno hace y de los chicos que están en la esquina robando motos y divirtiéndose...(risas)
Hablando de las cosas que provocan ¿cuál fue el contexto en el que mencionaste que tenías un arma, y qué salió publicado en el Sí de Clarín?
INDIO: El paraguas de esa conversa es el tema Sheriff, que está hablando de este pedido de más mano dura, más cárcel, del no al 2 por 1, y la gente que no ve las estadísticas que dicen que los países con menos índice de criminalidad son los de mejor calidad de vida, es así de simple. En toda sociedad hay un porcentaje de bandoleros, pero el quilombo gordo se arma cuando la calidad de vida está pauperizada. Entonces el porcentaje de criminalidad indefectiblemente aumenta. Estaba hablando de eso, y nuevamente con una especie de cordialidad, conté que tengo un arma en casa. Porque como todo el mundo tengo derecho a protegerme. Hoy más allá de que uno comprenda el fenómeno social y por qué está pasando, y no abogue por esto de lo que hablaba antes, uno tiene sus precauciones.
Porque hoy el zarpe es zarpe y yo no voy a sujetar a humillaciones y a vejaciones a la gente que yo quiero; tengo un límite que es medio anárquico, que es donde yo tengo mi reino, mi coto, mi vida, y que a partir de eso lo voy a defender ante cualquier circunstancia y tengo mis resguardos. Después surgió porque a los periodistas les llamaba la atención el asunto de las armas y lo que contábamos acá, que Poli dio un adjetivo que no salió: decía que era una cultura muy varonil. Cuando yo era chico, el uso de armas era una cosa muy frecuente, daba el ejemplo de que uno aprendía a manejar armas como uno aprende a manejar joysticks, además de las cacerías, porque la cosa de la ecología no existía.
También daba el ejemplo, que queda como medio atravesado porque parece que lo dijera en joda, eso de “años de Animal Planet” que de alguna manera educan a la gente. Independientemente de eso, uno aprendió de joven, yo empecé a ir de cacería con mi hermano y con mi viejo, y uno empieza a manejar escopetas, maúseres, de acuerdo a lo que matás. Yo no me jacto de ello y gracias a Dios hace mucho que no utilizo armas. No es una cosa que yo reivindique. Creo que es un momento crudo y que uno no puede decir que vive en una nube de pedos.
¿Qué te pasó al verlo en papel, y pensar que tal vez muchos pibes puedan ver legitimado el uso de armas en esa declaración?
INDIO: De movida, no tiene más remedio. Lo que pasa es que no me gusta esta especie de iluminación. Es como si estás en un escenario, apagás las luces y dejás un spot sobre un vaso. Inmediatamente, los que ven van a decir “ese vaso tiene algo que ver”. ¿Por qué iluminan al que está dando el discurso y también al vaso que está en la esquina del escenario? Lo que hace esta edición de los reportajes, de esta manera, es iluminar rincones que no tenían mucha significación, prometer algo a través de ellos, que no tienen explicación para mí. Después quedan descriptos de esa manera, y pasa todo esto, donde uno tiene que rendir examen ´por la iluminación que hizo otra persona. Pero en el momento, la intención era un simple comentario como para no apartarse del asunto. Porque siempre se dice que uno es reticente todo el tiempo de la intimidad, estamos en la rigidez de que no quiero contar nada de nada, y cada vez que soltás una pequeña pelotudez... al otro día sale en la tapa. Entonces te revienta los huevos, y la próxima vez, pienso, no digo nada.
En la misma nota dijiste que tenés una historia de relación con las armas pero que no era tema de la entrevista.
INDIO: Claro, eso tiene otra explicación. Cuando ves que dijiste esa boludez y hubo una tensión especial, te das cuenta, empezás a sospechar que vas a ir a parar con un pasamontañas, la cara pintada, la escopeta y feroces perros. Otra cosa: lo de los siete perros, no salió el por qué de los siete perros ¡porque cogen! (risas), y regalás algunos y te quedás con los que te encariñas. Pero este detalle que termina en una risa, si vos lo sacás, no termina en una risa. Me parece que no hay buena farinha, porque son justo los detalles que terminan de completar la idea. Y bueno, los perros cogen, yo regalo algunos, pero tampoco tengo tantos amigos que quieren ovejeros alemanes (risas). Aparte siempre me gusta quedarme con alguno, y tengo posibilidad de tenerlos, me gustan, los quiero mucho, disfruto de la relación que tengo con ellos. Punto. Hay una cosa que no les he dicho a ustedes todavía y es que en todos estos reportajes, en función de este mismo juego, yo he intentado meter siempre alguna macana, cosas que no son verdad, porque me quería sumar a esta condición que es irrefrenable por más que uno diga que no, entonces estoy metiendo en todos los reportajes samples de cosas que realmente no creo. Lo confieso siempre, nunca dije que no pasaba. En general es tal la irrealidad de ese monstruo que han generado con esas muestras que tomaron con distintos momentos de las cuatro horas de conversación, que vos sospechás: “Bueno, por ahí están colaborando con uno, están macaneando para ayudarme”. Pero me parece que no (risas).
¿Y con respecto a las notas de La García?
INDIO: Bueno, vamos a ver... (se ríe). Yo insisto, creo que hay distintos compromisos. Por ejemplo, tuvimos una charla, no digo de una hora, pero de treinta cinco o cuarenta minutos, sobre él problema que había en la editorial de Clarín (n. de la r.: el despido de cientos de trabajadores), sobre la sorpresa que uno tenía por el hecho de que ningún medio se hacía eco, que aún un medio progresista, como el programa de Lanata, llevó a los despedidos al final, y prácticamente no tuvieron tiempo de hablar. En los diarios, que son grandes estructuras, hay una serie de complejidades y las revistas que están dedicadas y abocadas a algo, no tienen esas presiones por las cuales estás cuidando el culo de tu computadora, en ese box de madera. Ni hablar cuando alguien te ha venido a confesar, en otro caso y en otro medio, que el reportaje que diste fue corregido por el enemigo número uno (risas). Y que, de pronto, dice “tengo miedo de que me echen del laburo”, como pidiendo disculpas porque el laburo que hicieron ellos se los terminó corrigiendo otro que no había estado ni en el reportaje, ni nada de eso. Entonces, hay intereses en los medios de más importancia, porque se refieren a un montón de otras cosas, y seguramente habrá que hamacarse para trabajar ahí. Pero es una elección de cada uno. En general, en las revistas, nunca tengo problemas de este tipo. Tomando la Rolling Stone, Veintitrés, el reportaje de ustedes, la revista RTM... en general no tengo complicaciones ahí.
¿Y por qué dan esas notas con las que después no están de acuerdo? ¿Son necesarias?
INDIO: Se hacen por una especie de cordialidad. ¿Cuándo fue que hicimos el último reportaje con ustedes? Fue hace unos meses... De Clarín, por ejemplo, no viene nunca la misma gente. No duran en el puesto, o no sé cómo mierda es, y vos siempre tenés la secreta esperanza de que si cambió el jefe de redacción, o qué sé yo, habrá otra intención de pintarte... Estás hablando con la gente y está todo bien, hablás de todo, del universo al bife, lo mismo que ahora, y después hay como un interés en cada medio de hacer una foto que ayude al discurso general de la línea editorial.
No como nosotros, que cada vez venimos menos (risas)
POLI: Venían.
INDIO: De cualquier manera, tener más testigos no está mal, Polita. Suponte que en algún momento alguno se encula y dice “no, porque el día que yo estuve allá, el Indio dijo que iba a practicar, con Rico, tiro al pato láser...” (Poli se ríe). Y el otro dice, “yo estaba ahí, y no es verdad”. Porque cuando vienen uno o dos...
POLI: Acordate del espíritu de cuerpo...(risas).
A guardar, a ordenar
¿Tienen alguna clase de archivo de las notas que le hicieron?
INDIO: Archivo no. Yo las guardo, sí pero las meto inclusive con el diario entero, con cosas... En realidad, lo que a veces hago, después de mucho tiempo, cuando agarro alguno de esos diarios, me detengo más en ver qué estaba pasando alrededor que en mi nota. Es una especie de paja, de mambo que uno tiene. Yo, cuando entro a mi playroom, al lugar donde tengo mis cosas para trabajar, hay como un momento de empezar a ver, a mirar, de dónde voy a arrancar para hacer algo. Porque aparte de mi estudio tengo mi escritorio con el teclado, un armonizador, una mezcladora, un Yamahita, un secuenciador Yamaha... Entonces, de acuerdo a lo que tengo ganas de hacer, voy y me meto. Y a veces, la manera de agarrar el espíritu de algo es eso: por ejemplo, entrar a mirar y revisar un libro viejo que hace mucho que no leés. O, de pronto, abro un cajón para buscar algo y encuentro que están las parvas. Aunque no es común, porque generalmente eso va a un lugar inaccesible. Todas esas cosas están en un lugar para cuando seas viejito.
POLI: Ni siquiera cuando seas viejito. Van a estar totalmente meados por las ratas y no vas a encontrar nada...
¿Te interesa ver lo que decías hace quince años?
INDIO: A veces lo leo, y me sorprendo a mí mismo. Veo que hay una especie de coherencia que uno niega (risas). O sea que no tenemos dogma, y veo cosas que decía hace muchos años...
Justamente, eso de “no tenemos dogma”, se viene repitiendo en los reportajes...
INDIO: Bueno, no tener dogma es un dogma...
Poli, ¿tenés un archivo?
POLI: Vamos guardando las notas y Skay las recorta y tira el resto.
SKAY: Tengo todos los casetes de todos los recitales que hemos hecho. Quizá me falte uno o dos, pero nunca los escuché...
INDIO: Tal vez cuando estemos viejitos... (risas).
POLI: Más adelante, ya vas a tener tiempo... Si no lo agarra la laucha...
INDIO: Sí, si no me corre la laucha en la cabeza. Cuando ya esté arteriosclerótico, cuando piense “¿quién es este pelado que está acá?” (con voz de viejito). Lo que estoy haciendo es tratar de sacarle un poco la tierra antes, porque si no trasladás la tierra, también, al nuevo lugar. Entonces primero le pego una leída y hago una especie de selección, lo guardo cuando el artículo tiene una especie de extensión o profundidad. Cuando veo que es la típica nota...
POLI: ¿Vos tenés aquella nota que hizo ese periodista... Tim...?
INDIO: Timo, sí, la primera, de Tiempo Argentino. Sí, esa es bárbara.
POLI: De esa sí me acuerdo. Siempre me acuerdo, era rarísima.
INDIO: El texto ese que escribí yo ahí abajo también...
¿Es la primera nota que salió?
INDIO: No, la primera la sacó Claudio Kleinman, un comentario. Después, la primera nota la hicimos con el hermano de Skay, escribiéndola, sobre Patricio Rey, que salió también en el Expreso Imaginario. Y antes de eso, había comentarios de Kleinman, que fue al Lozano el día de las gallinas. En la nota de Tiempo Argentino había un dibujo mío, me acuerdo. Una cosa con una máscara. Un nene que estaba en una especie de ciudad loca...
SKAY: ¡Ah, sí!
INDIO: Yo me acuerdo porque lo ví el otro día...
POLI: Nunca me voy a olvidar, por la diagramación. Hará como veinte años, fácil.
INDIO: Timo Serratín, algo así, se llamaba. Y en esa época era pareja de esta chica que canta tango, y que canta muy lindo, María Volonté. Muy buena moza. Fue hace mucho tiempo.
Hablando de cosas de archivo, el hermano de Skay hacía filmaciones. En una entrevista que editaron con un libro, en n compacto...
INDIO: Esa es otra cadorcha del amigo (Tom) Lupo (Poli se ríe). Lo que pasa es que los amigos quieren dinero. Yo lo tengo porque me lo mandaron, y es, como una especie de disparate. Más que nada es la rimbombancia que le da Tom Lupo a lo que vamos a decir y después es una pavada. Es toda una noche en la casa de Tom, no me acuerdo ni en qué condiciones estábamos (risas).
-Pero podés suponerlo (risas)
INDIO: Empieza hablando y le da como una importancia, una significación a lo que voy a decir. Y después escuchás y decís...
Una de las cosas más interesantes, al escucharlo, es cuando contás que hay una filmación en super 8, del primer viaje...
INDIO: ...a Salta. Sí, sí, sí.
¿Esa filmación existe?
INDIO: La tiene el hermano de Skay.
POLI: ¡No lo digas, qué lo van a ir a buscar, lo van a matar! (risas).
INDIO: No, él está dedicado a otra cosa, más espiritual, más interesante.
¿Y qué les pasa cuándo ven algo de ésa época?
INDIO: Yo hace rato que no veo. Pero lo tengo grabado porque lo filmábamos, y lo editábamos nosotros, y es la gira a Salta que era...(risas) bueno, en esa éramos todos presidiarios, todo el bondi eran presidiarios. Y era todo un delirio, de movida, porque justo era una banda como nosotros en un lugar de los más conservadores que había. Todavía debe ser, hace mucho que no voy a Salta, pero en ésa época no sabes lo que era. Esa filmación es inenarrable, es maravillosa. Yo dos por tres le quiero pedir al Negro, porque hemos hecho varias cosas juntos.
SKAY: Es más, el origen de Los Redondos es haciendo la música para una película que había hecho: Ciclo de cielo sobre viento. Empezamos a hacer la música, y de ahí terminamos siendo...
INDIO: Muchas cosas han pasado. De pronto, había un plan para conseguir dinero para comprar máquinas. Porque siempre hubo una idea de independencia. La plata fue siempre para la independencia.
SKAY: Sobre todo porque no había otra manera.
INDIO: Y en el tiempo de estructurar todo eso fue creciendo la banda.
¿Habrá forma de mostrar eso o no les interesa?
INDIO: Mirá, a mí me interesaría, de movida, tenerlo.
SKAY: Mi hermano está en este otro viaje. Le hemos pedido, pero él tiene otros tiempos...
INDIO: Aparte de eso, hay películas donde trabajamos nosotros, trabaja Skay. Aunque sea para verse uno, joven. Decía que en Ciclo de cielo sobre viento yo aparezco con una escopeta... (carcajadas, aplausos). Como un francotirador, por una ventana, con un maúser...(risas)
SKAY: O aparece esa foto que nos habíamos sacado en Santa Fe, ¿te acordás? Una que estamos todos con las escopetas. (risas)
INDIO: A mí me gustaría tener copias, porque también me da miedo. Yo sé que él ya las cambió de formato.
SKAY: Yo le dije a Guillermo, y quedamos en que las iba a hacer...
INDIO: Y tengo la copia de una, de Celos, en Super 8. Incluive, la banda de sonido empieza a estar pegada al celuloide como en la mitad.
SKAY: De la gira a Salta pasa lo mismo, de la música ya no quedó nada...
¿Qué música era?
SKAY: Lo que tocábamos nosotros.
INDIO: Sí, qué sé yo, Maldición, Blues de la libertad...
POLI: Toma luz de mi estera...
INDIO: ¿Toma luz de mi estera? ¡Ah sí!, lo hacíamos. Nada más que más rockeado. No tan country.
Ese tema no está en ningún disco.
INDIO: Hay montones de cosas. Lo que pasa es que uno siempre quiere hacer lo último que se le ocurrió. Si vamos a ir a buscar...somos jovatos, ya. Las cosas que estoy descubriendo ahora, cintas donde canta Poli, canta Kleinman (risas), yo toco un balde de plástico, y canto. Y hacemos coros y canta Poli. Hay una versión- mirá lo que les voy a decir, total nunca la escucharán-, de Mejor no hablar de ciertas cosas, hecha por nosotros tres, que es otra cosa, no tiene nada que ver con la versión que se conoce.
¿Por qué nunca la vamos a escuchar? (más que una pregunta es una súplica).
SKAY: Bueno, en algún momento, por ahí...
La felicidad
En algún momento decías que dónde más disfrutabas era en el escenario. Y en una de estas últimas notas dijiste que era en tu casa, componiendo...
INDIO: Pasa que, probablemente, un reportaje haya sido antes de tocar. Y otro ahora, cuando terminamos de grabar. Cuando estás tocando, arriba del escenario, es el lugar donde te sentís más libre sobre la Tierra, porque no estás cumpliendo ninguna teatralización de la vida. Yo, más allá de usar una frase trillada, sinceramente creo que si uno lo toma de esa manera, el escenario es un lugar más mágico. Que te cura, que es terapéutico, que podés estar en el hotel con cagadera y dolor de muelas, y subís y durante ese tiempo se te fue. Y después, agarrate Catalina (risas). Y después, el otro momento, que creo que lo explicábamos hoy, que es el de componer, solos. Pero cuando me refería a solo no me refería a mí solo, sino a cuando uno está componiendo en libertad, cuando eso que estás haciendo, que puede ser desde un pasodoble a un rocanrol, todavía no es nada. Porque cuando uno se pone a componer, y creo que a Skay le pasa lo mismo, está tocando lo que le sale.
SKAY: No estás pensando ni siquiera en que va a ser un tema, ni que va a ser un tema de Los Redondos. Ni nada.
INDIO: Exacto. Y ése es un estado de libertad total, porque no hay nada que te conduzca hacia nada. Todavía no es algo que está referido a algo, que hay que ordenarlo. Porque el ordenamiento en la materialidad es para presentárselo a terceros. Si no, con sólo imaginar ya está. Cuando uno materializa una idea de cualquier tipo es para mostrárselo a otros. Y ahí tenés que materializarlo de alguna manera. Y eso es lo que da laburo. Cuando estás tocando, muchas de las cadencias que usan Los Redondos, que no se pueden decir que son un beat firme de rocanrol, nacen, casualmente, de esos momentos donde por ahí la cadencia que hay es como de una habanera. Y uno está jugando con eso y le gustó. Pero después le metió un beat fuerte, le metió una guitarra eléctrica y salió...
POLI: Tiene que ver con lo lúdico.
INDIO: Con el juego. Con jugar en ese momento. Por eso digo que ese es un momento impresionante porque no tenés que culminar nada. La materialidad de las cosas ejerce laburo, esfuerzo y remar. Y eso, más allá de que uno tenga un objetivo que lo entusiasma, tiene momentos de nervios, que querés mandar todo a la puta que lo parió, pasa de todo. Porque es materializar ideas. Cuando estás simplemente jugando, es un momento de plenitud, que no está referido a nada.
SKAY: En realidad, los momentos de mayor felicidad pueden pasar, para un tipo, cuando está tirado debajo de un árbol en cualquier momento, y ese es el momento más felíz. Cuando tratás de hacer como una descripción... A veces, hay momentos felices arriba de un escenario, y a veces, debajo de un árbol. A veces, el momento más incómodo es arriba del escenario.
INDIO: Es que siempre se habla de lo referido a la música, entonces se habla de arriba del escenario y de componer. Después, yo tengo un montón de momentos felices, pero que no están referidos a esto. Porque ese reportaje lo di antes de tocar. Y en realidad para mí es un momento de plenitud. Hasta un rato antes estás preocupado por un montón de cosas, pero te subís al escenario y hay otro mambo ahí, está pasando otra cosa, hay una complicidad. Ni hablar cuando tenés la complicidad de la gente, del público. Ahí ya directamente te dan un permiso estupendo. Y uno se transforma quizá en el personaje que no se banca ser todo el tiempo.
¿Y qué pasa en ese momento, digamos, orgásmico?
INDIO: Digamos que los orgasmos los suelo tener en otros sitios (risas). Es otro tipo de conmoción.
La violencia
¿Cómo se sienten cuando están sobre el escenario, en esa plenitud y se acerca Poli y dice “está todo mal, hay quilombo”
INDIO: Y, pasan esas cosas... pasó lo que pasó la vez pasada. De pronto es como un cuchillazo, una infracción que rompe el momento. Porque está pasando algo que no estaba en los planes. Porque uno no es opa y sabe que, si metés 140.000 personas en dos noches y está todo vendido, con que una sola persona se zarpe se puede armar un quilombo. No es que no está en los planes, pero para la magia del momento no está en los planes. Vos preparás todo con el mejor espíritu, para que salga bien, para que la gente lo pase bien, para poder transmitir la música lo mejor posible. Y mientras está funcionando, está pasando todo eso, de pronto, crac, es como si pasara un avión y tirara una bomba ahí. Es el punto de fuga de esa magia, donde de pronto te das cuenta de que aparte de ese momento mágico estaban lastimando a unos chicos ahí abajo. Entonces fue un momento de bajón, de enojo, de impotencia, donde te dan ganas de no tocar más, como me pasó a mí. Es un momento en que venís creciendo en un clima, en un viaje, y de repente hay una realidad, una cosa que está fuera de la armonía de la noche y que interrumpe el viaje.
En River, cuando siguieron tocando después del intervalo, había gente que lloraba, tal vez en los mismos términos en que lloraban ustedes. Era muy loco ver eso: ustedes estaban tocando y mucha gente lloraba.
INDIO: Fijate las contradicciones: si vos medís matemáticamente el valor de una persona que se zarpó, es despreciable. Y sin embargo, la tragedia y el horror tiene ese poder. Y por otro lado, otra cosa que se le escapa a la gente es que cuando vos organizás todo esto y pasa una circunstancia de ese tipo, más allá de la relación que baja del escenario, ahí detrás está el Jefe de la policía, (el secretario de Seguridad Interior Enrique) Mathov hablando por teléfono, el juez que te dice que tenés que seguir el evento con la luz prendida...
SKAY: Que te quieren suspender...
INDIO: Claro, porque se asustan. Nosotros que estamos defendiendo que es un evento artístico, que no podemos continuarlo con la luz prendida. Y después pensás “bueno, pero esto no se puede suspender porque no quiero ni saber el quilombo que se puede armar”. O tratar de convencer al juez, a un tipo que tiene que darse cuenta de que no se puede suspender, porque va a ser peor, que mas vale suspender el del otro día, en todo caso. Es como una gran confusión, una señal trágica que también es una explosión. Ni siquiera puedo emitir un juicio sobre la violencia porque ese muchacho seguro es un emergente, es una explosión de algo que pasó en otro lado. Porque de movida tampoco vino con una actitud de búsqueda de un beneficio. Porque no era un boludo que te manoteó el bolso y salió cagando. Entró a lastimar gente mientras gritaba, probablemente embriagado de alguna manera, entonces es una cosa que nos señala lo que está pasando más allá de ese momento mágico del estadio, es una realidad que viene de afuera y te dice que aparte de este esfuerzo grande de una producción independiente par lograr ese lugar de reunión y toda esa gente que fue a disfrutar, está este momento de parálisis, de sensación de violencia y que te frustra.
Siempre decís que no salís nunca porque te rompe mucho las bolas que te reconozcan...
INDIO: Ojo, porque uno no da abasto. Porque los pibes tampoco son el sogazo de los que siguen a Ricky Martín. No, te saludan, te piden una foto, nada más. El problema es la cantidad. Uno tendría que dedicarse a eso.
Vos, como espectador, ¿irías a ver a Los Redondos?
INDIO: Y, no sé, es una traslación imposible de hacer. No tengo idea. Lo que siento seguramente es que me llamarían la atención.
Pero más allá del hecho artístico, por el miedo que se crea alrededor de los shows de Los Redondos.
INDIO: Ah no, pero ahí vamos a pelar un poco de varonil, me pongo la escopeta y me pinto un poco la cara (risas). Toda nuestra juventud transcurrió en un ambiente muy denso, de corridas, de torturas, de amigos desaparecidos.
POLI: Es uno sobre 70 mil. Después tiene que ver con cómo lo pintan los medios, para que la gente piense que es un riesgo ir a ver a Los Redondos.
¿Y eso tiene arreglo?
POLI: Claro, todo tiene arreglo.
INDIO: Lo que pasa es que tampoco podemos pedirle a una banda de rocanrol que arregle el espíritu social. A tal punto que esos episodios de violencia pasan en el recital de Serrat, como pasó antes del nuestro en Mar del Plata, por el simple hecho de que habían separado la sala en dos valores de entradas. Por eso rompieron vidrios, butacas, se lastimaron.
SKAY: Salir a la calle es un riesgo.
INDIO: Y además, una de las cosas que uno habitualmente no dice y que no vamos a ahondar en detalles, es que en cada uno de los eventos que ha habido inconvenientes, la asistencia que ha tenido la banda con la gente que ha tenido algún problema. Eso es algo de lo que jamás se ha hablado porque nosotros no lo contamos. Pero tampoco es que a nosotros no nos importa un queso, no es así. Si en algún momento se averiguaran esas cosas...
Creo que lo que sí uno tiene que estar tranquilo es de qué manera se diseñó el evento. Una cosa es convocar a River y que haya una marea humana y otra es generar un evento en una casa de discos dónde sabés que la gente que va a ir es inabarcable para el lugar. Es más peligroso plantear en esos términos. Nosotros planteamos en un lugar para que entre todo el mundo. Si nosotros dijéramos “vamos a tocar en el Gran Rex”, ahí sí sería una locura, sería una falta de cordura de la gente que va a organizar el evento. Pero cuando vos vas a tocar en River, que es el estadio más grande, no estás propiciando que eso pase. Lo que no podés medir es esta convocatoria que es el récord de entradas pagas de toda la historia del espectáculo de Argentina, que ni vos mismo podés dimensionar lo que va a pasar antes de hacerlo.
Es más, yo pensé que nos iba a ir bien uno de los días, y el otro medio corona, que ya es un montón. Ya era un montón llenar Huracán, ya era un montón llenar Racing, son estadios grandes. Tampoco salió clara una cosa que yo había dicho en un diario, que es que a nosotros siempre se nos adjudicaba que no podíamos resolver el asunto de la seguridad. Hubo un corte y yo a renglón seguido decía: “para este evento contratamos al equipo de gente que eran los que nos decían que podían controlar porque tenían la experiencia de controlar”, y se les escapó de las manos, porque empezaron a entrar todos por los andariveles, gente sin cacheo, hubo una avalancha, es el record con entradas pagas, porque gratis en la General Paz va la señora con la sillita, podés meter 150, 200 mil personas, pero no es lo mismo.
Estoy hablando de que gente que va pagando una entrada a ver algo, no ha habido en la historia del espectáculo de ningún tipo- no del rock nacional- como esto. Por eso, por más que uno se tenga fe, es una cosa que le explotó, con alegría y todo hasta ese momento. Con alegría porque cuando veíamos nosotros por la televisión desde el camerino la entrada de la gente, esa marea, no lo podíamos creer. Por más auspiciosos que fueran los resultados anteriores, es el estadio más grande, no existe ni en los partidos de fútbol.
Cuando fuimos a tocar a Racing, Lalín miraba y decía que nunca había visto el estadio así. Esas cosan pasan por la magnitud. Que es diferente que si uno hiciera convocatorias a tontas y a locas. Por ejemplo, algo que salió en algún reportaje, que uno extraña también algunas dimensiones en las cuales ha tocado. Por ejemplo, la dimensión teatral, que permite generar, desde otros apoyos, desde bambalinas y tramoyas, la visión que ayuda al momento musical. Yo he visto a Nick Cave en el Deacon Theatre de Nueva York, por ejemplo, y todo el tabajo de luces teatrales es muy bueno. En un estadio, por más que trabajes con las luces, al final se termina usando casi toda la parafernalia y los climas... Pero más allá de ese extrañamiento, uno no es tan estúpido para decir “hagamos un ciclo en el Margarita Xirgú”, porque es un disparate. Ya nos ha pasado en otro momento, cuando los lugares eran chicos, que vos decías “ya están vendidas las entradas del jueves, quedan las del lunes”, e iban todos el jueves, copando la avenida y tirando cascotitos.
Si queremos hacer un escándalo, nada más fácil que eso, decir “toquemos en Satisfaction, en el Marquee, guerra total. Eso diferencia el diseño que uno quiere hacer de las cosas, no está haciendo nada para provocar el escándalo y que nos ayude, pasan esas cosas. A nosotros no nos conviene desde ningún punto de vista, entonces cuando a uno lo quieren pintar como socio o como que los discursos de uno sublevan a la gente, para mí, la verdad, es como escuchar el disco al revés para descubrir los mensajes satánicos.
En una vieja nota decías que ustedes no podían competir en el campeonato del rock con grupos extranjeros en cuanto a producción, a sonido. Decías que la gente entendía que hubiera problemas de sonido en los lugares donde tocaban. Haber tocado en River con una estructura de sonido nunca vista, ¿significa que jugaron ese campeonato y lo ganaron?
INDIO: Yo lo que decía es que no podíamos competir en términos del momento que estábamos viviendo, y era verdad, cuando tocábamos en los cuchitriles no podíamos competir. Pero crecer y progresar es eso. La preocupación por colgar esas cosas es preocupación por el evento, por el público, por materializar lo que uno hace de la mejor manera posible. Eso lo intentamos toda la vida, lo que pasa es que la diferencia de posibilidades que tenemos hoy con respecto a hace 15 años, es abismal.
SKAY: El sonido que había en aquel momento era el que había, dábamos lo mejor de lo que podíamos.
POLI: De lo que había acá, era lo mejor.
INDIO: A uno le va bien en esta vida, uno vive bien, pero en realidad lo mejor que nos pasa, más allá de otras cosas porque, como dice Skay, estados de felicidad tenés todo el tiempo, es esto que hacemos. Sería necio para nuestra manera de ver las cosas, no poner en eso e invertir en eso una gran cantidad del dinero que ganamos. De movida, porque ni siquiera es una cosa de generosidad, sino es simplemente el hecho de que es lo más importante de nuestra vida. Como a cualquier cosa importante, la alimentás de la mejor manera posible. Entonces nosotros no vamos a andar pijoteando para ganar un billete más cuando lo más importante que nos pasa en la vida es eso, que queremos mostrar de la mejor manera lo nuestro. En vez de que yo me pueda comprar una pelotudez que no necesito, lo que sí necesitamos es que sea mejor, más ambición. Siempre hemos dicho que somos gente ambiciosa, nos interesa cada vez más hacerlo mejor, y para sorprendernos tenemos que hacer siempre lo mejor que podamos. Y eso, en muchos casos, necesita una inversión de dinero más grande. Hay una costumbre que siempre hemos combatido: cuando contratamos un servicio lo primero que te dicen es “total, si ustedes llenan lo mismo”. Y ése retrocedió diez casilleros, porque es un tipo que no está recibiendo el impulso de lo que uno quiere hacer. Sí, ya sé que podríamos llenar lo mismo, pero no se trata de eso, no se trata de tres cajas por lado y vamos andando, total la gente va. Así es como se pudren las cosas, así es como la gente va una o dos veces y después dice “este boludo me hizo gastar veinte pesos, se escucha para la mierda, está todo mal” o no hay una preocupación por la gráfica, te dan una cajita de mierda con el CD... ¿Hay alguna preguntita más?
El tiempo es veloz
Una cosa que tiene que ver con nuestro rock. Cristian Aldana, el cantante de El Otro Yo, en una entrevista en La García les recrimina-aunque es fan absoluto de la banda- el hecho de no apoyar a otras bandas. Reclama cierto liderazgo de ustedes.
INDIO: No digo que sea falso. Pero hay dos cosas: una ¿qué significa apoyar? Porque el teléfono de Poli suena más de una vez para preguntarle cosas, de qué manera hacerlo, cómo hacerlo, cómo zafar cuando hay un evento violento, cómo se debe hacer una producción independiente...
POLI: Cómo grabar, cómo fabricar.
INDIO: Ahora, si se trata de producir, nosotros no damos abasto nada más que para trabajar, esto nos absorbe. Producción independiente suena rimbombante, pero somos nosotros tres. A mí por ahí me gustaría producir a otro grupo, pero no tengo tiempo real. Ahora estamos ensayando para tocar, después de tocar empezamos a engendrar las nuevas canciones, producirlas, y después producir el espectáculo... cuando te querés acordar es un continuo permanente. Y en algún momento también me quiero rascar el higo y quiero encontrar también, como dice Skay, que la felicidad está en otro lado aparte de arriba del escenario o en el teclado.
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